La revolución de los vehículos autónomos es uno de esos cambios disruptivos que van a transforman no sólo a los fabricantes de coches sino a muchos sectores relacionados con la industria de automoción como el asegurador. En un contexto de automóviles autónomos, los precios de los seguros de coche irán inexorablemente a la baja como consecuencia de incremento de la seguridad y de la reducción de los siniestros derivados de uso de las nuevas tecnologías. Y el mercado en su conjunto será testigo de cambios estructurales, como el traslado de las primas -de las aseguradoras a los fabricantes- que se incluirán ya en el precio final de los coches.
Esto obligará a las compañías de seguros a encontrar nuevas fuentes de ingresos distintas del seguro de automóvil tradicional y explorar otros ámbitos como el de los seguros de responsabilidad comercial, aquellos relacionados con la cobertura en caso de ciberataques o el de los coches compartidos… Según una reciente encuesta realizada en Estados Unidos, el 80% de los conductores de coches compartidos no tiene una póliza de seguro específica para esta actividad y podrían no estar totalmente cubiertos en caso, por ejemplo, de un accidente.
Lo cierto es que los últimos avances tecnológicos en relación con el vehículo autónomo han sido muy relevantes. Hemos pasado de las tímidas pruebas iniciales a verdaderas experiencias controladas en carreteras y autopistas. Y aunque todavía queda un largo camino por recorrer para que el coche autónomo se convierta en una realidad comercial y se popularice, hay signos evidentes de los cambios que se avecinan para muchos sectores. El negocio de los seguros de automóviles se basa en realizar cálculos actuariales sobre una serie de riesgos, que tienen que ver con la edad del conductor, el modelo del vehículo, el área geográfica… Estas estimaciones, hasta ahora válidas, deberán cambiar. Y con ellas el mercado mundial de seguros de automóviles, estimado en unos 700.000 millones de dólares.
Un cambio lento pero seguro
Según el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras de Estados Unidos, los nuevos adelantos en materia de seguridad en los automóviles tardan, de media, unos treinta años en ser aplicados en los automóviles convencionales. Los coches de lujo son los primeros en incluir estas innovaciones y, a medida que sus precios bajan, estas llegan a los vehículos destinados al resto de la población. Los airbags frontales, por ejemplo, se desarrollaron en 1984 y no fue hasta 1998 que se hicieron obligatorios para todos los coches en Estados Unidos.
Las compañías de seguros, al igual que otros sectores relacionados, no pueden permitirse el lujo de esperar a que el vehículo autónomo sea una realidad. Anticipar los cambios e identificar cuáles serán las nuevas formas de aseguramiento, claves para su futuro
Pero las aseguradoras, al igual que otros sectores relacionados, no pueden permitirse esperar a que el vehículo autónomo sea una realidad porque estas tecnologías ya están impactando en el sector. En el caso de los airbags, por ejemplo, se produjo una caída de las primas de entre el 25% y el 40% para los vehículos con airbags frontales en los asientos delanteros antes, incluso, de que su uso se generalizara.
Las mejoras desde el punto de vista de la seguridad que supondrán los vehículos autónomos, derivadas de la automatización y de las nuevas tecnologías, cambiará, sin duda, la forma de estimar los riesgos y los cálculos actuariales. Basta decir que el primer accidente del coche autónomo de Google ocurrió después de recorrer 1,45 millones de millas. Lo que arroja una tasa de 0,7 accidentes por millón de millas recorridas, muy por debajo de la media 2,0, que se da en Estados Unidos, donde el 94% de los siniestros se producen por fallos humanos. Datos como la velocidad, la distancia entre vehículos, las respuestas a las condiciones meteorológicas, la presión de los frenos y las distracciones que puedan sufrir los conductores serán también factores a tener en cuenta. El modelo de negocio de las aseguradoras depende, en gran medida, de esta información para poder poner el precio correcto a cada riesgo. Pero si el software de los coches autónomos se convierte en una nueva fuente de información, esta será propiedad de los fabricantes de coches.
Todo parece indicar que el sector de automoción va a cambiar de arriba a abajo en los próximos treinta años. El nivel de equipamiento tecnológico de los coches va a aumentar exponencialmente, con el foco siempre puesto en el vehículo autónomo. Y los modelos de negocio de los sectores relacionados, como el asegurador, van a tener que transformarse en la misma medida. Las compañías de seguros deberían ser capaces de anticipar estos cambios e identificar donde están los nichos de mercado y cuales serán las nuevas formas de aseguramiento que surgirán al albor del coche autónomo.
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