A menudo, nos sorprende la velocidad de las entregas de Amazon. No importa lo rebuscado o exótico que sea tu pedido, te aseguran la entrega en el mismo día. ¿Cómo es posible? ¿A caso todos sus proveedores viven en tu barrio? Va a ser que no. Pero sí es más probable que Amazon ya hubiera enviado ese producto a su almacén más cercano porque sospechaban que lo ibas a pedir.
Suena a magia, pero en realidad es lo que se conoce como demand sensing o detección de la demanda. Se trata de un sistema que emplea las nuevas tecnologías digitales para analizar fuentes de datos –procedentes de los datos históricos la empresa y de otros indicadores en tiempo real– y así determinar dónde, cuándo y en qué cantidad los potenciales consumidores comprarán un producto mucho antes de que realmente lo hagan.
De esta forma, las empresas pueden acercarse al consumidor, entender mejor sus hábitos de comportamiento y coordinar adecuadamente sus cadenas de suministro. En un momento en que prácticamente todos los negocios se enfrentan a una volatilidad sin precedentes.
La disponibilidad de nuevas fuentes de datos, la creciente capacidad de procesamiento y la inteligencia artificial han impulsado el auge de la tecnología de detección de la demanda.
La disponibilidad de nuevas fuentes de datos, la creciente capacidad de procesamiento y la inteligencia artificial han impulsado el auge de la tecnología de detección de la demanda. Como resultado, las compañías pueden entregar los productos a los consumidores más rápidamente, proporcionar un servicio de calidad de forma consistente, aumentar sus ventas y evitar las devoluciones de excedentes al proveedor. El demand sensing hace posible que tu cadena de suministro esté conectada en tiempo real y reduzca hasta un 45% los errores de predicción. O lo que es igual, en una mejora de la eficiencia, de la fiabilidad y de la satisfacción del cliente.
¿Pueden todas las empresas subirse al carro del demand sensing? Lo cierto es que, cuanto mayor es el volumen de ventas y la proximidad al cliente, más valor pueden generar estas herramientas. Por eso los sectores de retail y consumo han sido los primeros en incorporarlas. Sin embargo, las tecnologías de detección también están ganando peso en otros sectores como los de automoción, productos industriales, energía o el farmacéutico.
Podemos distinguir dos tipos de empresas, a la hora de poner en marcha un sistema de demand sensing. Aquellas que lo desarrollan internamente a través de algoritmos open source, que sus profesionales mejoran de manera continua. Y los que contratan a terceros soluciones de software basadas en la nube –en inglés, software as a service-.
Una de las tendencias que se otean en el horizonte es la creación de redes de datos entre compañías, que les permita acceder a información que de otro modo les sería imposible conocer. Por ejemplo, si los aeropuertos compartieran información sobre los flujos de personas entre terminales, estos datos podrían incorporarse en los sistemas de demand-sensing de las compañías de taxis.
La gran pregunta es, ¿qué tipo de datos nos interesan? Entran en juego cuatro grandes grupos, que pueden clasificarse según el siguiente diagrama:
En cualquier caso, no todos los datos se aplican igual en todos los sectores, regiones, productos o consumidores. Por ejemplo, una compañía de retail con alcance global, recibe más clientes en sus establecimientos europeos cuando llueve, porque cuando hace buen tiempo la gente prefiere las actividades al aire libre. Sin embargo, en Latinoamérica las visitas aumentan cuando hace sol porque las tiendas suelen tener aire acondicionado. Sin entender el contexto, uno no puede aplicar los datos correctamente.
El demand sensing es especialmente valioso cuando sus resultados se aplican a procesos como el abastecimiento, la reposición inteligente, el almacenamiento dinámico y la programación de la producción en tiempo real. Otra de las ventajas de esta tecnología es que puede significar un buen punto de partida para la transformación digital de cualquier negocio, ya que es fácil y rápida de implementar. Así, genera aceptación en la compañía porque demuestra el valor de las nuevas herramientas y, por lo general, ofrece beneficios rápidos y tangibles. Este “orgullo interno” puede abrir el camino para nuevas iniciativas digitales.
En definitiva, para un demand sensing efectivo es imprescindible invertir tiempo en buscar las señales de la demanda, introducirlas en un sistema de análisis e integrar los resultados en la planificación y ejecución de la cadena de valor. Cualquier empresa que desee mantener o ampliar su posición en el mercado durante los próximos años deberá contemplarla: los modelos tradicionales ya sirven y es necesario que la tecnología haga su magia.