Imagina una videoconferencia entre médicos de todo el mundo. Un grupo selecto de profesionales (oncólogos, biólogos, expertos en genética, etc.) no despegan la vista de sus pantallas en Beijing, Bruselas, Londres y Los Ángeles, mientras un reconocido oncólogo estadounidense lidera la siguiente discusión virtual sobre una paciente británica, de 38 años, con un cáncer de pulmón avanzado. Gracias a la realidad virtual, el equipo revisa simultáneamente el expediente de la paciente (su historial médico, su estilo de vida, imágenes en alta resolución de su patología y muchos otros datos biológicos) y los coteja con casos anteriores.

Finalmente, los expertos deciden, por unanimidad, el tratamiento más adecuado y llegan a la conclusión de que su probabilidad de supervivencia es elevada. Además, incluyen a la paciente en un programa de supervisión en tiempo real basado en inteligencia artificial, que supervisa que toma la  medicación y, al tiempo, recopila datos sobre su enfermedad para uso de toda la comunidad médica.

Puede parecer ciencia ficción, pero es una realidad y se conoce como medicina de precisión. Consiste en llegar a un entendimiento más profundo de las enfermedades a través de la recopilación de datos. De este modo, es posible adaptar los tratamientos a cada individuo desde el inicio de su enfermedad, en lugar de aplicar tratamientos genéricos. Pero hay más: la medicina de precisión también tiene una vertiente preventiva, al utilizar data analytics para identificar riesgos en los pacientes incluso antes de que muestren síntomas. Ambas aplicaciones suponen mejoras para los pacientes y un menor coste para ellos y para el sistema sanitario.

En otras palabras, la medicina de precisión transformará la sanidad y revolucionará la industria farmacéutica, ya que combina una oportunidad de negocio con los beneficios para la salud. Las compañías del sector son conscientes de esta transformación, y en los próximos años deberán cambiar o dejar que sus competidores y los nuevos entrantes en el mercado les tomen la delantera.

Para conocer la percepción y el progreso de la medicina de precisión en las compañías, en PwC hemos realizado una encuesta a más de 100 directivos de la industria farmacéutica mundial. Los resultados dejan bien claro que los directivos son muy conscientes de lo que se les avecina: el 92% identifica la medicina de precisión como una oportunidad de negocio, y el 84% la incluye entre los temas prioritarios de su agenda. Al preguntarles por las áreas terapéuticas en las que podría ser viable de aquí a cinco años, el 91% de los encuestados señaló la oncología y el 53% las llamadas enfermedades “huérfanas” (que comprenden las enfermedades raras y las olvidadas).

La medicina de precisión acorta del tiempo de comercialización de los fármacos y asegura la eficiencia de los procesos de I+D

La encuesta también revela las ventajas potenciales de esta nueva forma de practicar la medicina. La mayor parte de los encuestados definen la medicina de precisión como una clara ventaja en el desarrollo de fármacos porque acorta el tiempo de comercialización y asegura la eficiencia de los procesos de I+D. Así, los costes en la cadena de producción podrían reducirse un 17% respecto a los métodos convencionales (unos 26 mil millones de dólares para la industria farmacéutica mundial). No obstante, son pocas las empresas que han empezado a hacer realidad estas promesas, dada la existencia de diferentes barreras externas e internas.

Externamente entran en escena tres obstáculos fundamentales: un marco legal incierto, la capacidad limitada de integrar fuentes de datos distintas (debido a la falta de estándares) y una supervisión regulatoria basada en unas reglas que se corresponden con la atención médica tradicional y no facilitan la recopilación y gestión de datos. En este sentido, las compañías farmacéuticas deben de acercarse a reguladores, inversores, proveedores, etc…, y ayudarles de forma activa a definir las reglas del juego.

Desde el punto de vista interno, el cambio también es complicado. El 79% de los ejecutivos entrevistados identifican como principal desafío la falta de capacidades. Las compañías farmacéuticas no disponen en su plantilla de las habilidades necesarias para generar datos relevantes sobre los pacientes, interpretarlos y aplicarlos al futuro desarrollo de medicamentos.

¿Qué deben hacer las empresas? ¿Desarrollar nuevas capacidades internamente o acudir fuera? He aquí la cuestión. La primera opción puede ser viable, pero es un proceso lento y no necesariamente rentable. Por eso, el 87% de los que apostaron por la senda de la colaboración. Asociarse será una necesidad para las farmacéuticas, tanto con los actores ya existentes como con los nuevos participantes del mercado (a menudo procedentes de campos no médicos), especializados en la gestión de datos y en tecnologías de diagnóstico innovadoras.

Para que todo esto sea posible es preciso adoptar un nuevo modelo operativo y una nueva cultura organizacional, más ágil y receptiva a los cambios. Todo un reto para la industria farmacéutica tradicional que tiene sus fundamentos en estrictos requisitos de seguridad, regulaciones complejas y un enfoque metódico extraído del método científico. Esto contrasta con el rápido ritmo de desarrollo de las empresas tecnológicas, su toma de decisiones ágil y la cultura experimental.

Además, las compañías que decidan establecer alianzas deberán confiar en que los datos y los análisis que les proporcionan sus socios son precisos y completos, y en que respetan su privacidad y la de sus clientes. Por otro lado, el surgimiento de cuestiones como la protección de datos y los derechos de acceso y uso les obligarán a potencias algunas de sus áreas internas, como la función legal.

La conclusión es clara: las compañías farmacéuticas deben actuar y abrirse a una experiencia de colaboración y adaptación. Solo así lograrán superar los desafíos internos y externos y no quedar atrás en el mercado. Los próximos cinco años van a ser cruciales para definir el terreno, las reglas del juego y los participantes. La medicina de precisión no es solo de una oportunidad comercial sino también clínica, ya que pone las últimas tecnologías al alcance de la mano de los profesionales de la salud para cuidar mejor a los pacientes. O, en otras palabras, para hacer realidad la medicina del futuro.