Las empresas en EEUU ya contaban en sus balances con mucha caja disponible antes de la reforma fiscal aprobada por el gobierno del presidente Trump el pasado mes de diciembre. Y ahora, con la economía mundial creciendo a buen ritmo y una reforma que rebaja el impuesto sobre sociedades del 35% al 21% e incentiva a las compañías estadounidenses a repatriar los beneficios obtenidos en el extranjero que no hayan sido gravados previamente, esta liquidez está a punto de aumentar exponencialmente.
Algunas estimaciones apuntan a que, en los próximos diez años, las compañías estadounidenses pueden llegar a tener ahorros fiscales por más de 330.000 millones de dólares -sin incluir los tres billones de dólares de capital que tienen en el extranjero y que a partir de ahora podrían volver a casa-. Hay empresas que ya están teniendo ahorros significativos, como los 29.000 millones de dólares de Berkshire Hathaway o los 3.000 millones de AT&T. Ahora, la pregunta del millón es saber qué van a hacer las empresas con este dinero caído del cielo.
Sabemos que muchas aprovecharán para distribuirlo entre los accionistas -bien sea vía dividendos o vía recompra de acciones- o para amortizar deuda. Por ejemplo, Birinyi Associates, una compañía de investigación de mercados, ha destinado ya 178.000 millones de dólares para la recompra de acciones. Pero los directivos con una mentalidad más estratégica verán este momento como una oportunidad para repensar cómo están usando su efectivo e invertirlo para intentar conseguir una ventaja competitiva a largo plazo para sus empresas. En nuestra opinión, se acaba de dar el pistoletazo de salida a lo que será una carrera estratégica de busca de activos, de nuevas capacidades y de talento. Por eso, las empresas deberían de empezar a moverse ya o, de lo contrario, podrían poner en riesgo su futuro.
Pero, a pesar de todo lo que hemos explicado, puede suceder que los cambios introducidos en la reforma fiscal no sean suficientes como para desatar esta reacción compradora por parte de las empresas norteamericanas. La mayoría de ellas ya tenían efectivo de sobra para acometer inversiones y acceso a buenas condiciones de financiación, pero no lo hacían por razones muy distintas. Unas, porque tienen muy arraigada una cultura de aversión al riesgo y suelen evitar estas grandes inversiones. Otras, sencillamente, porque no tienen capacidad para realizar operaciones que sean capaces de transformar a la propia compañía. La mayoría, porque no están monitorizando proactivamente oportunidades de inversión y se limitan a intentar adaptarse al entorno disruptivo que han traído las nuevas tecnologías.
Desde cierto punto de vista, la reforma fiscal lo cambia todo: nunca anteriormente hemos vivido un momento con tanta liquidez en los balances de tantas compañías y al mismo tiempo
En una encuesta realizada por Strategy&, la consultora estratégica de PwC, entre 5.400 directivos de compañías norteamericanas, el 65% reconocía que no contaba en la actualidad con una estrategia ganadora. En otra encuesta entre más de 500 altos directivos de compañías -esta vez de todo el mundo-, nueve de cada diez aseguraba que sus empresas se estaban perdiendo grandes oportunidades de crecimiento. Y en una tercera, realizada por Strategy& entre 180 máximos responsables de estrategia (Chief Strategy Officers), una mayoría reconocía que le dedican mucho tiempo a discutir las grandes cuestiones estratégicas pero poco a la toma de decisiones para acometerlas.
Por todas estas cuestiones, la reciente reforma fiscal no cambia nada. Sin embargo, si miramos desde otra perspectiva, lo cambia todo: nunca anteriormente hemos vivido un momento con tanta liquidez en los balances de tantas compañías y al mismo tiempo.
PwC preguntó recientemente a 20 de las empresas de mayor capitalización bursátil de EEUU como tenían pensado usar el exceso de liquidez generado por la nueva reforma fiscal. La respuesta: un 45% dijo que devolverlo a los accionistas, el 45% invertirlo internamente y el 10% restante que lo emplearán para comprar otras empresas. Según Dealogic, el volumen de transacciones en lo que va de año ha tenido el mejor inicio de la historia. Hasta marzo, el volumen de operaciones superó el billón de dólares, casi el doble de la media de los últimos 23 años.
No obstante, es posible que este ímpetu comprador se quede solo en el plano teórico. En cualquier caso, los CEO van a estar con un ojo puesto en sus competidores, dado que es más que probable que se estén planteando las mismas cuestiones. Esto puede llevar a que algunas compañías realicen movimientos defensivos para neutralizar a sus rivales, especialmente en el ámbito del M&A.
Incluso si solo un pequeño porcentaje de estas empresas decide dedicar su extra cash para salir de compras y hacer inversiones estratégicas, se va a producir una auténtica carrera por rearmarse. Nuestro consejo: muévete pronto pero de forma inteligente. Evalúa todas las alternativas que tienes en frente y distingue entre aquellas capacidades necesarias para ser una buena empresa o para convertirte en una de clase mundial.