En un entorno empresarial como el actual, marcado por la velocidad del cambio tecnológico, por la inestabilidad y por la complejidad de los mercados, sacar el mayor partido posible a cada operación se ha convertido en una cuestión crítica para las compañías. Y, sin embargo, la mayoría de las transacciones empresariales, ya sea del lado del comprador o del vendedor, no generan todo el valor que deberían.

Así se desprende del informe Creating value beyond the deal, elaborado por PwC y Mergermarket a partir de una encuesta realizada a 600 directivos de compañías compradoras -en inglés, corporates– en todo el mundo.

Desde el punto de vista del comprador, sólo el 61% de los ejecutivos entrevistados cree que su última adquisición generó el valor que esperaban. Mientras que, si miramos desde la óptica del vendedor, un 42% estima que su última desinversión le produjo, al menos, el mismo valor que si no la hubiera realizado.

¿Por qué sucede esto? El informe concluye que, fundamentalmente, porque en el momento en el que se cierran las operaciones, la atención de los directivos está puesta en otras cuestiones relevantes, pero más operativas, como mantener el día a día del funcionamiento de la empresa y retener a los clientes u otros aspectos relacionados con el rebranding y con el cambio de los modelos operativos de las compañías. De hecho, solo el 34% de los directivos entrevistados en el estudio afirma que la creación de valor era una prioridad desde el día uno del cierre de su última transacción, aunque un 66% reconoce que debería haber sido así.

Y es que las operaciones más rentables y exitosas son aquellas en las que el objetivo de creación de valor está presente en las fases más iniciales del deal. Los encuestados lo corroboran: aquellos compradores que priorizan la creación de valor mejoran el retorno de la inversión un 14% en relación con las compañías de su sector; y un 6% en el caso de las desinversiones.

Existen algunos aspectos que influyen de forma determinante en la creación de valor en una adquisición y, en este sentido, el informe nos acerca las siguientes enseñanzas:

  • No pierdas la visión estratégica. Las empresas deben afrontar las adquisiciones con una visión estratégica clara y alineada con los objetivos de negocio a largo plazo. El 86% de los compradores encuestados, cuya última operación creó un valor relevante, lo hicieron como parte de una estrategia más amplia y no de forma oportunista.

  • Ten un plan de creación de valor claro y exhaustivo. Tener un plan de creación de valor integral, completo y riguroso: debe ser un plan (no una to do list), que garantice que se cubren todas las áreas del negocio y prevea el impacto en el modelo de negocio, la realización de sinergias, el modelo operativo y los planes tecnológicos. Si analizamos las compras o desinversiones que pierden o destruyen valor en relación con su precio de compra nos encontramos con que el 79% no contaba con un plan de integración, el 70% no disponía de un plan de sinergias en el momento de la firma y el 63% tampoco tenía un plan tecnológico, todos ellos aspectos cruciales.

  • Sitúa a la cultura empresarial en el centro. La gestión del talento y del capital humano afecta a cómo los negocios son capaces de generar valor antes y después de una transacción. El 92% de los directivos participantes en el informe consideran que durante su última compra deberían de haber manejado mejor los aspectos relacionados con la comunicación y un 65% dice que han sido, precisamente, cuestiones culturales las que les han impedido sacar el máximo partido de su última transacción.

Estos principios pueden ayudar tanto a compradores como a vendedores a sacar el máximo partido de sus operaciones. Desde la perspectiva de los compradores, el 83% de los encuestados reconocen la mejora de sus planes de creación de valor como una tarea pendiente. De aquellos que aseguran que su última compra generó un valor significativo, el 98% asegura haber contado, desde un principio, con una metodología y una planificación adecuada. Y, en cuanto a los aspectos relacionados con las personas, el estudio muestra como en el 50% de las transacciones en las que se genera un valor significativo en relación con el precio de compra, el porcentaje de empleados que dejan la compañía -y que nos hubiera gustado retener- oscila entre el 0% y el 5%, mientras que en aquellas donde se destruyó valor, la pérdida se dispara entre el 11% y el 30%.

Si nos ponemos, ahora, en el lado de los vendedores, nos encontramos con cuestiones similares: la necesidad de contar con un plan estratégico potente, de asegurarnos la buena marcha de la operación y de impulsar una cultura que priorice la creación de valor. El documento revela como, por ejemplo, todavía tenemos mucho margen de mejora a la hora de preparar determinados activos para la venta y hacerlos más atractivos para el comprador: así lo asegura más del 80% de los encuestados.

En conclusión, en el actual contexto empresarial, marcado por el avance de la tecnología y la incertidumbre, resulta fundamental que las compañías de todos los sectores tengan en mente la importancia de garantizar que su visión estratégica, su plan integral de creación de valor y su cultura empresarial trabajen en armonía para garantizar el máximo rendimiento de sus operaciones, la integración efectiva y la creación de valor a largo plazo.