Durante más de una década, nuevas tecnologías como el cloud computing, la inteligencia artificial (IA), el Internet de las Cosas, la impresión en 3D y el blockchain, han desmontando la fabricación a gran escala que imperó en el siglo XX, reinventándola para hacerla más liviana, personalizada, descentralizada y resiliente. Esta tendencia ha afectado a todos los sectores, tal y como Hemant Taneja, inversor en venture capital de Silicon Valley, y yo, escribimos en nuestro libro ‘Unscaled‘ (en español, algo así como ‘desescalado’ o ‘descentralizado’).

El distanciamiento social y los cierres provocados por la crisis del COVID-19 están teniendo un gran impacto en las pequeñas empresas y en los trabajadores, pero también están empujando esta tendencia a desescalar a un nivel superior -del que todos esperamos surjan nuevas oportunidades una vez que la economía se recupere-. Ya estamos siendo testigos de la rápida reinvención de sectores como los de la salud, de educación y el  industrial, y de un cambio histórico en nuestra forma de trabajar.

A medida que estas realidades se vayan afianzando, los grandes mercados y  la producción en masa irán perdiendo terreno en favor de otras opciones hiper-focalizadas y personalizadas. Por ejemplo, los comercios online que entiendan las preferencias de los consumidores le estarán haciendo una fuerte competencia a los gigantes del retail, y dándoles una razón para reinventarse. La telemedicina y los rastreadores de salud basados en el Internet de las Cosas están reinventando la forma en la que las consultas médicas atienden a los pacientes.

La tecnología ya estaba empujando a los mercados y la producción en masa a ser más personalizados y descentralizados, y el coronavirus está acelerando el cambio

Pero incluso ideas de negocio que ya funcionaban a muy pequeña escala, están personalizándose aún más en este contexto. Los bares, por ejemplo, ofrecen una experiencia que solía combinar todos lo que los clientes deseaban: un gran lugar para reunirse, gente con la que socializar, y bebida. Con el distanciamiento social, la gente se está creando sus propios bares descentralizados y personalizados. Nos reunimos con nuestros amigos por vídeo, hacemos nuestros propios cócteles, nos ponemos cómodos en nuestras casas… El coronavirus ha desescalado los bares. Y aunque el cambio ha tenido un coste, también está abriendo la puerta para que los innovadores encuentren nuevas formas de beber y de socializar, ya sean empresas de toda la vida que intentan encontrar nuevas formas de llegar a los clientes, o nuevos competidores.

He aquí algunos otros ejemplos en los que la aceleración del proceso de desescalada o descentralización está cambiando sectores en aspectos que nos parecían impensables hace apenas seis meses.

Sanidad. En los últimos años, una nueva generación de empresas de tecnología sanitaria ha empezado a descentralizar la medicina, sacándola de hospitales y consultas médicas y convirtiéndola en software de IA y dispositivos móviles.

Un ejemplo es Livongo, una empresa que ha creado tratamientos y herramientas para ayudar a las  personas con diabetes y otras enfermedades crónicas a gestionarlas fuera del sistema de salud tradicional. La compañía ha creado un glucómetro, conectado a un software interactivo,  que registrar las lecturas de azúcar en la sangre y que permite a Livongo conocer los datos  médicos de cada paciente. La IA busca patrones que sugieren problemas venideros y ayuda a los usuarios a gestionarlos, sin tener que acudir a un médico. Las personas que utilizan Livongo evitan así el enfoque del sector hacia la enfermedad, masivo, costoso y frustrante, y lo cambian por otro más sencillo, personal y barato.

Otra empresa, Nuvo, proporciona a las mujeres embarazadas un dispositivo conectado que, desde la superficie del abdomen, toma y envía los datos a un software basado en la IA. Este  rastrea los signos vitales, tanto de la madre como del feto, para que el usuario no tenga que acudir a la consulta médica (¿por qué una persona joven, sana y embarazada va a creer que es una buena idea, justo después de una pandemia, acudir a un hospital para monitorizarse cuando podría hacerlo en casa?).

Parecía que tendrían que pasar cinco o diez años para que servicios como los que ofrecen  Livongo o Nuvo tuvieran un efecto importante en la descentralización de la atención médica, pero con los hospitales repletos de pacientes de COVID-19 y las consultas médicas obligadas a acatar las normas del distanciamiento social, el sector de la salud ha tenido que recurrir a la telesalud. Y ahora, a medida que nos vamos acostumbrando a esta nueva forma de recibir  atención médica -como nos pasó con los servicios de streaming para ver películas y televisión-, el cuidado virtual está listo alcanzar su protagonismo.  No hay vuelta atrás.

Educación. Hay empresas que imparten clases online, como la Academia Khan y Udacity, y que ofrece a los estudiantes una forma de aprender a su ritmo, dondequiera que estén. Otras, como ClassDojo, facilitan a los profesores una forma de interactuar con los estudiantes y con sus padres fuera del horario escolar. Estas alternativas han ido desescalado o descentralizando la educación durante la última década.

El coronavirus ha obligado a enviar a millones de estudiantes a sus casas. Muchos son estudiantes universitarios y -sus padres- se están pensando dos veces pagar 30.000 dólares cada semestre, no sólo porque no están recibiendo la misma experiencia que obtenían en persona, sino también porque algunos de ellos se están dando cuenta que sería posible recibir una educación universitaria más flexible y menos costosa. Muchos padres de niños pequeños se están dando cuenta de que la escuela puede estar en cualquier sitio y en cualquier momento. Aunque los padres, los profesores y los niños se pierden muchas cosas sin la experiencia tradicional, puede que haya mejores formas de aprender que obligar a cada estudiante a acudir a clase todos los días.

Fabricación. Durante un siglo, las economías de escala impulsaron las fábricas. La forma de hacer dinero era construir una fábrica gigante que produjera mucho de lo mismo para todo el mundo. En los últimos años, compañías como 3D Hubs, con sede en Amsterdam, han estado probando un tipo de fabricación diferente. 3D Hubs montó una red de pequeños centros de impresión 3D para que un producto pudiera convertirse en instrucciones de software, enviadas a cada centro a través de la nube y fabricada cerca del cliente en pequeños lotes. Como me dijo el cofundador de los 3D Hubs, Bram de Zwart: “¿Por qué poner mil máquinas en un lugar cuando puedes poner una máquina en mil lugares?”

El COVID-19 es una buen oportunidad para responder a esta pregunta. A medida que los casos han ido creciendo, los hospitales se han ido quedando sin equipos clave, como protectores faciales y ventiladores. Las fábricas tradicionales no han dado abasto y ha llevado mucho tiempo re-equipar las plantas de producción de coches o cascos para que puedan fabricar equipos sanitarios. Algunos innovadores de la impresión en 3D se han lanzado a la ayuda. Un laboratorio universitario de Hong Kong ha creado un diseño de código abierto para imprimir protectores faciales en 3D. Empresarios irlandeses han trabajado en un ventilador hecho en 3D. La empresa 3D Hubs ha creado un fondo de fabricación COVID-19 para fomentar más innovaciones de este tipo, prometiendo el uso de su red de impresión para fabricar los productos cerca de los hospitales que los necesiten.

Aunque la impresión en 3D todavía no está destinada a desplazar a la fabricación tradicional, el coronavirus se está convirtiendo en un punto de prueba de cómo la fabricación descentralizada, personalizable y flexible puede reaccionar mejor a los cambios del mercado y producir y distribuir algunos bienes más rápidamente que las fábricas de la vieja escuela.

Inmobiliario. Un gran parte del mercado laboral de todo el mundo ha dejado de acudir a la oficina y se ha quedado a trabajar en casa. Ya contamos con todas las herramientas para descentralizar la oficina y hacerla virtual: software y datos en la nube, banda ancha en casa, buenas videoconferencias para las reuniones. Muchas empresas han descubierto que su trabajo puede seguir con una oficina descentralizada. Los trabajadores están experimentando la vida sin largos desplazamientos y sin horarios rígidos. A medida que la crisis sanitaria remita, ¿cuántos trabajadores van a seguir de manera virtual, al menos parte del tiempo?  “Esta podría ser una oportunidad para repensar cómo trabajamos”, ha escrito Matt Mullenweg, director ejecutivo de la empresa matriz de WordPress y Tumblr, Automattic, en su blog. La vieja idea de que una empresa no es una empresa sin una oficina puede que desaparezca.

Es muy humano querer reunirse en un espacio físico y, sin duda, ese deseo seguirá ahí cuando los gobiernos levanten las restricciones del COVID-19. Queremos ver a nuestro médico en persona y disfrutar del valor añadido de departir con otros estudiantes en un campus. Los bares tampoco se van vaciar -volveremos a reunirnos en lugares concurridos y ruidosos en los que se tarda 20 minutos en conseguir que un camarero te prepare un cóctel de 15 dólares-. Sin embargo, algunas de las versiones descentralizadas, flexibles y personalizadas de estos y otros servicios seguro que se convertirán en lo suficientemente relevantes en la era post COVID-19 como para provocar grandes alteraciones. Y esperamos que estas soluciones ayuden a las empresas y a la gente a sobrevivir en esta época difícil, y a salir reforzados de ella.

Si queréis, quedamos en Zoom y brindamos por esto.