A lo largo de la historia, las epidemias y las pandemias han provocado cambios profundos en las estructuras económicas, sociales y empresariales. El COVID-19, que está teniendo un impacto rápido y profundo en la sociedad, puede hacer lo mismo con los sistemas sanitarios. Desde su aparición, el sector sanitario ha ido lanzando nuevos formas de diagnóstico; como las pruebas desde el coche, consultas al aire libre o verificadores de síntomas para el móvil. Por pura necesidad, se ha producido un cambio en las actitudes de los consumidores y proveedores con respecto a algunas formas de atención médica virtual.

La transformación hacia la telemedicina

Las medidas para proteger a los sanitarios durante la crisis del coronavirus incluyen restringir las visitas a clínicas y a hospitales, además de derivar la mayor cantidad de casos posibles a canales virtuales. Cuando se hace de forma adecuada, la telemedicina es una forma de incrementar la seguridad de los pacientes y profesionales de la salud que  tiene todo el sentido del mundo.

Pero la atención online no es, ni por asomo, la norma en muchos países. Antes del COVID-19, este tipo de asistencia representaba solo el 0,1% de todos los cuidados financiados por el gobierno federal en Australia. En Canadá, representaba solo el 0,15% de los servicios de salud. Incluso en los EE.UU., donde las leyes que requieren cobertura de seguro y reembolso por telemedicina existen en la mayoría de los estados, sigue siendo poco común, aunque está aumentando.

Las restricciones financieras han dificultado su extensión. Este tipo de atención no suele estar subvencionada por el gobierno a menos que preste servicio en áreas remotas. A raíz del COVID-19, esto está cambiando rápidamente. El Medicare Benefits Scheme australiano, por ejemplo, se ha ampliado para incluir servicios de telemedicina para todos.

La compañía canadiense Maple, que conecta a pacientes con médicos, está ofreciendo a la población de Ontario pruebas de detección online del coronavirus y permite a los médicos usar su plataforma de atención virtual para visitar a los pacientes de forma gratuita. La cadena de farmacias canadiense Shoppers Drug Mart cubrió los costes de las consultas online relacionadas con la pandemia en el punto álgido de la crisis, cuando todavía no estaban habilitados los fondos públicos, para aplanar la curva.

La resistencia al cambio por parte del personal médico de primera línea también ha resultado un obstáculo difícil de superar. En ocasiones, los médicos no son tecnológicamente avanzados, ni se sientan cómodos con un enfoque “no intervencionista” que parece contrario a su preparación para la atención presencial del paciente. El acceso a la infraestructura tecnológica apropiada y las preocupaciones sobre la idoneidad de este tipo de medicina dependiendo para qué tipo de paciente son un hándicap adicional.

Sin embargo, se ha descubierto que esta atención es más que adecuada: el paciente está más satisfecho y el servicio es más económico. De acuerdo con una investigación de la Agencia de Investigación y Calidad de la Atención Médica de los Estados Unidos (AHRQ), de 2018, “la telemedicina mejoró o igualó los resultados en los entornos y las indicaciones clínicas estudiadas”.

De hecho, una proporción significativa de las consultas ordinarias, como aquellas dedicadas a la revisión y la renovación de recetas o las de seguimiento que no requieran examen médico, se adecúan muy bien a esta modalidad por el tipo de cuidado y el tiempo que suelen durar. En 2018, por ejemplo, el 80% de las consultas de medicina general de la sanidad pública australiana duraron menos de 20 minutos.

Los usos de telemedicina: más allá del COVID-19

A continuación, presentamos una serie de iniciativas que, a corto plazo, podrían aumentar la capacidad del sistema sanitario, y a largo, ser tenidas en cuenta para reimaginar la atención médica.

Tratamiento de casos leves de COVID-19 en el hogar

Durante el pico de casos de coronavirus, no todos los sistemas de salud tenían capacidad para hospitalizar todos los contagios. Frente a esta situación, Francia movilizó trenes como unidades de cuidados intensivos, y en los EEUU, los buques hospital USNS Mercy and Comfort se desplegaron en Nueva York y Los Ángeles para ampliar la capacidad. En Reino Unido, el proveedor de servicios de salud Babylon ha desarrollado una funcionalidad para el COVID-19 dentro de su app, que permite verificar los síntomas y cuenta con un asistente de salud que sigue los criterios del NHS -el sistema nacional de Salud del Reino Unido-. En Singapur, los pacientes con el virus están siendo monitorizados de forma remota en sus hogares a través de la app MaNaDr. En Australia, se ha aconsejado a los pacientes que no requieran de cuidados intensivos que se aíslen y se recuperen en sus hogares, pero al norte del estado Nueva Gales del Sur, el Hospital Armidale ha comenzado un programa piloto para pacientes con síntomas moderados del virus. El paciente es enviado a casa con monitores para rastrear continuamente sus signos vitales las 24 horas del día (frecuencia cardíaca, temperatura, saturación de oxígeno, presión arterial y respiración). La Inteligencia Artificial (IA) ayudará a los médicos a detectar el deterioro temprano de la salud del paciente.

Una solución para los sanitarios en cuarentena

A medida que la pandemia se extienda, una proporción de los sanitarios de primera línea tendrá que ponerse en cuarentena por exposición al virus, o por restricciones tras realizar viajes. Es probable que parte de esta fuerza laboral que esté realizando la cuarentena sea asintomática o tenga síntomas muy leves, por lo que podría trabajar desde casa. Estos profesionales podrían prestar atención virtual o monitorizar a pacientes COVID-19 en el hogar. Pero, para ello, habrá que tener en cuenta cuestiones de interoperabilidad y seguridad.

Un complemento de la fuerza laboral de salud

La demanda de servicios del personal sanitario puede superar la oferta en puntos críticos de la pandemia. Los especialistas en enfermedades infecciosas, respiratorias y los intensivistas siempre están muy demandados. El uso de modelos de atención virtual podría servir para reequilibrar la fuerza laboral dentro de ciertas zonas. En áreas de menos demanda, estos especialistas podrían prestar apoyo a aquellos en zonas más afectadas a través de consultas virtuales. También aquellos pacientes que sean atendidos en centros de salud rurales y regionales, y que no tengan acceso a especialistas en su lugar de residencia, podrían recibir su consulta de forma online.

Los profesionales de la salud que han estado en primera línea han sufrido un estrés físico y mental muy fuerte durante este tiempo. Necesitarán un respiro, por lo que apoyar su trabajo con la asistencia virtual les ayudará a tener un tiempo de recuperación que es esencial, asesoramiento especializado, apoyo en la toma de decisiones y la seguridad necesaria.

Brindar atención médica y auxiliar no relacionada con el COVID-19

El aumento de casos de COVID-19 no ha disminuido la demanda habitual de cuidados para enfermedades crónicas y otras situaciones de urgencia. Durante la pandemia, se ha insistido mucho en mantener sanas y fuera de los hospitales a aquellas personas con enfermedades crónicas. Junto con la necesidad de seguir con el distanciamiento social, los modelos de financiación públicos y privados deberían considerar realizar inversiones para que médicos, enfermeras y profesionales de la salud puedan atender a estos pacientes de manera virtual. Esto ayudaría a que aquellos que requieren de atención médica y que pueden tener altos niveles de ansiedad debido a la pandemia, reciban su tratamiento, así como a ayudar a retrasar la transmisión de la pandemia.

Adopción a largo plazo

Después del aplanamiento de la curva, se abrirá una oportunidad para reformar los sistemas de salud. Los pacientes tendrán otras expectativas respecto de la atención sanitaria y, cada vez más, esperarán que la atención online complemente la presencial.

Para capitalizar esto, el sector sanitario debe buscar alianzas entre el sector tecnológico y sus proveedores y poder impulsar así la innovación en la atención virtual. Los gobiernos deberían explorar vías que equilibren la solidez del sistema con su flexibilidad, para poder apoyar la adopción de nuevas tecnologías. Además, será importante alentar a los players digitales a conectar los registros digitales de los pacientes y otras tecnologías existentes que los profesionales médicos usan hoy en día.

Es posible que sea necesario impulsar cambios importantes para que la adopción a escala de estas opciones sea viable. Estos cambios incluyen reformas legislativas, cambios en las pólizas de seguros y formación. Un paso en esta dirección, por ejemplo, se puede ver en la reforma que ha impulsado Estados Unidos para que sus médicos puedan ejercer en distintos estados, que era un obstáculo previo para las iniciativas de telemedicina a gran escala en este país. También se deberán desarrollar medidas para minimizar el riesgo de fraude y/o uso inapropiado de los servicios online, y para apoyar la telemedicina en la comunidad y el hogar.

¿Una oportunidad de cambio?

La atención médica presencial es, sin duda, una práctica arraigada en la sociedad. Sin embargo, esta pandemia de coronavirus no tiene precedentes y cambiará nuestra mentalidad de mil maneras. También en lo referente a nuestras expectativas sobre el cuidado sanitario. Creemos que la telemedicina tiene un papel importante que desempeñar en el futuro de la atención médica: supone hacer realidad el cuidado adecuado, en el lugar correcto y en el momento justo.


Artículo elaborado por Damien Angus y Maureen Connolly, socio y directora en PwC Australia, publicado originalmente en Digital Pulse con el título Reimagining healthcare: Telemedicine initiatives for COVID-19.