En la lucha contra la COVID-19, estamos experimentando de primera mano la fuerza de una crisis global. Este virus ha demostrado cómo los riesgos sistémicos pueden tener repercusiones exponenciales en la salud, en la rentabilidad y la supervivencia de las empresas y en sus cadenas de suministro, así como en el empleo, la desigualdad y las perspectivas macroeconómicas. La escala casi inabarcable de la pandemia y la amplísima diversidad de los desafíos no resultan extraños a quienes, desde hace mucho tiempo, luchan por tomar medidas para evitar un cambio climático que sería catastrófico y que, como vimos en esta misma publicación, podría generar pérdidas de 600 billones de dólares a finales de siglo.

Ciertamente, más allá de esta pandemia, es difícil ignorar que el mayor desafío que la humanidad tiene por delante nos mira muy, muy de cerca: el mundo tiene diez años para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar un calentamiento global de más de 1,5ºC. Más allá de ese límite, los científicos advierten de impactos irreversibles, como la pérdida de las placas de hielo del Ártico, el aumento del nivel del mar, el calentamiento de los océanos, la desaparición de la biodiversidad, una mayor incidencia de acontecimientos climáticos extremos, como olas de calor, tormentas, sequías, inundaciones, y la destrucción de medios de subsistencia claves, entre otras cosas.

Si seguimos al nivel actual de emisiones, el calentamiento podría alcanzar ese límite en 2030. Y aunque se espera que los distintos países aumenten significativamente sus compromisos climáticos dentro de poco, estamos muy lejos del ritmo necesario para alcanzar los objetivos acordados en el Acuerdo de París. El Low Economy Index de PwC muestra que el progreso mundial en la reducción de emisiones ha empeorado en los últimos años y la brecha entre la tasa real de descarbonización (-1,6%), medida en términos de tCO2/unidad de PIB, y la necesaria para mantener el calentamiento a 1,5ºC está creciendo.

Las empresas tienen un papel fundamental que desempeñar en todo esto. Sus acciones, recursos, su capacidad de innovar y su alcance son cruciales para impulsar una tasa de descarbonización más rápida, en la década en la que nos jugamos todo. La buena noticia es que, últimamente, hemos presenciado una ola de compromisos empresariales decididos y valientes. Casi 300 multinacionales han manifestado públicamente su adhesión al objetivo de alcanzar las cero emisiones netas antes de 2050, aupadas por inversores, clientes, consumidores y empleados. ¿Qué significa esto? Que se han comprometido a que el balance neto de las emisiones de su cadena de valor sea igual a cero.

PwC acaba de presentar un informe encargado por Microsoft para que todas aquellas empresas interesadas en sumarse a esta ola tan necesaria, sepan cómo hacerlo

Pero todavía hay muchísimo por hacer. Sólo alrededor del 5% de las mayores empresas del mundo representadas en el Global Fortune 500 se han unido a este objetivo, y muchos de los compromisos ya adquiridos por esas grandes empresas siguen siendo muy vagos.

A todos estos esfuerzos también se ha sumado PwC. Por una parte, hace solo unos días anunciamos nuestro propio compromiso de alcanzar, en 2030, las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en todo el mundo. El acuerdo incluye la reducción de las emisiones de la red de firmas de PwC, la de sus proveedores, así como el compromiso de apoyar a los clientes en la descarbonización de sus operaciones.

Por otra parte, y como parte de su compromiso, acabamos de presentar un informe encargado por Microsoft para que todas aquellas empresas interesadas en sumarse a esta ola tan necesaria, sepan cómo hacerlo. El documento proporciona un marco coherente para que las compañías puedan acometer la transformación empresarial necesaria para lograr este objetivo emisiones cero, integrándolo en su estrategia y su modelo operativo, a través de acciones claves. Concretamente, el documento propone nueve bloques que deberían tenerse en cuenta -y que analizamos a continuación de forma breve-, y presenta ejemplos y best-practices de empresas reales.

1. Ambición: El primer capítulo trata de concretar cómo debe alinearse la compañía con el objetivo de las cero emisiones. Entre las acciones clave relacionadas con este bloque está el establecer una base científica que asegure que la transformación va a abarcar toda la cadena de valor y calcule el impacto total real de las emisiones, y desarrollar un enfoque realista de compensación de las emisiones.

2. Gobernanza. El segundo bloque alude a la necesaria supervisión y la rendición de cuentas que debería supervisar la transformación. Entre las cosas que habría que hacer en este segundo nivel está el que la dirección asuma como una responsabilidad el alcanzar el objetivo de cero emisiones e indicar quién exactamente va a gestionar esa transformación.

3. Estrategia. El objetivo de cero emisiones debería formar parte de la estrategia de crecimiento de la compañía. Para ello, es crucial entender cómo esta tendencia está cambiando las dinámicas de mercado; saber qué capacidades tendría que tener la compañía para ser capaz de mantener esa estrategia de cero emisiones; y alinear el plan con su modelo operativo de la compañía.

4. Transformación: Diseña y pon en marcha un programa holístico de gestión del cambio, que incluya acciones como establecer una estructura clara de responsabilidades y rendición de cuentas; no dejar de lado, sino todo lo contrario, la cultura empresarial y las personas; establecer políticas, procesos y un marco de medición; involucrar a los clientes en la transición, o aprovechar la tecnología.

5. Cadena de suministro: Adaptar tu cadena de suministro a la nueva estrategia para que esté bien conectada, sea inteligente, eficiente y baja en carbono, es fundamental. Las emisiones de la cadena de suministro son a menudo una fuente importante, si no la principal, de las emisiones de GEI de una empresa. Entre las acciones que tendrás que poner en marcha estarán, por supuesto, evaluar las emisiones y los impactos climáticos en toda la cadena e incentivar a los proveedores a reducir las emisiones.

6. Innovación: Para las compañías, invertir en iniciativas de I+D y aprovechar las tecnologías emergentes será clave para conseguir el objetivo Net Zero. Para hacer esto realidad, es importante que la meta de cero emisiones esté incorporada en el plan de innovación de la empresa; que haya financiación para desarrollar soluciones innovadoras que apoyen esta causa; o que la innovación corporativa sirva también para desbloquear los obstáculos internos que ponen trabas a la transformación.

7. Financiación: Por supuesto, otra de las claves para lograr las cero emisiones será la disposición a financiar los procesos de transformación, o contemplar nuevas modalidades de financiación. Entre los check a considerar está el desarrollo de una estrategia de inversión que tenga en cuenta esta meta; o su integración en la toma de decisiones de las finanzas corporativas.

8. Transparencia: Las empresas tendrán que presentar informes transparentes y completos sobre los progresos realizados en relación su objetivo, incluyendo la aplicación de la estrategia y los progresos en relación con los indicadores clave de rendimiento (KPIs). Esto promueve la rendición de cuentas, acelera el progreso y mantiene a los stakeholders informados.

9. Compromiso e influencia: Para terminar, todo lo relacionado con mantener involucrados a los distintos players que van a influir en esta transformación es el último bloque para conseguir el objetivo de cero emisiones. Entre las acciones destacadas están el inspirar y liderar con el ejemplo, o el promover políticas y comportamientos que permitan y aceleren el progreso.

Sea cual sea el sector en el que operes, el tamaño o la naturaleza de tu compañía, esta guía puede ser un buen punto de partida para pasar a la acción y empezar a poner en marcha  un enfoque más pragmático en la lucha contra el cambio climático. ¿A qué esperas?