¿Para qué están las oficinas?
No he trabajado en una oficina -una oficina de verdad- desde 2008. Entonces, tenía un cubículo repleto de post-its y una silla de despacho, cuya ergonomía era más que discutible. Tenía reuniones en una sala y comía en mi propia mesa. Tenía compañeros en otros cubículos cercanos con los que intercambiaba consejos y cotilleos. Y había ratones -sí, ratones- que dejaban un pequeño rastro de sus visitas en mis cajones. Ahora mi mesa está enfrente de una pared cubierta de post-its y mi asiento sigue siendo igual de poco ergonómico, pero es mi casa.