Las noticias sobre la desaceleración de la economía china y sus esfuerzos por contener la burbuja inmobiliaria y devaluar su moneda son preocupantes para muchas compañías con intereses en el gigante asiático. La economía china está experimentando un gran cambio en la medida en que evoluciona desde un crecimiento muy rápido, basado en las exportaciones a gran escala, a otro que se sustenta en actividades de mayor rentabilidad y en el consumo doméstico. En el pasado, China era un gigantesco y homogéneo mercado emergente. Hoy, en cambio, la demanda varía entre sectores, poblaciones y zonas geográficas.

Las implicaciones de estos cambios para las empresas son evidentes: más competencia, sobrecapacidad, descentralización de la demanda y mercados más heterogéneos en cada mercado, por no hablar del auge de los precios en la mano de obra. Las empresas que operan en China, ya sean locales o extranjeras, se enfrentan a un momento de gran complejidad: tienen que desarrollar nuevos segmentos de mercado y adaptarse a los ya existentes, a la vez que revisar su cadena de valor.

¿Esto significa que el mercado chino ha dejado de ser atractivo? No. Pero lo será para aquellas empresas que sepan gestionar con éxito a este nuevo entorno de complejidad. Para ello, deberán tener muy en cuenta tres aspectos clave:

Entender el mercado. Puede parecer obvio, pero es un primer paso crítico. Las empresas necesitan entender cómo afecta la complejidad del momento a sus productos, a la disponibilidad de los mismos y a sus precios. Además, deben tener claro el sobreprecio que cada segmento de mercado estaría dispuesto a pagar en función de todas estas variables.

Los directivos tendrán que tomar decisiones sobre qué segmentos son los más interesantes para su negocio y en cuáles compensa invertir

Decidir en dónde compensa estar. Después de tener en cuenta y entender el nuevo contexto marcado por la complejidad, los directivos tendrán que tomar decisiones sobre qué segmentos son los más interesantes para su negocio y en cuáles compensa invertir. Para cada uno de estos segmentos se debe desarrollar un modelo de servicios a medida. La combinación de ese modelo de servicios con las decisiones que se hayan tomado acerca de en qué segmentos estar, determinará el nivel de complejidad al que la empresa tendrá que enfrentarse. Para evaluar las distintas opciones y encontrar un equilibrio, se deben tener en cuenta criterios económicos y estratégicos, y tener claro que esta gestión no debe hacerse desde silos o departamentos estancos.

Revisa y transforma tu cadena de valor, de principio a fin. Una vez definido lo anterior, será el momento de revisar, desde un punto de vista integral, la cadena de valor de la empresa y su modelo operativo. Se trata de un esfuerzo que afectará a todos, desde los equipos que conceptualizan los productos, a aquellos que se ocupan de que estos lleguen al público, pasando por los que se dedican a medir el rendimiento financiero de los mismos. Este acercamiento integral debe enfocarse a construir cadenas de valor diseñadas para cumplir objetivos específicos.