La industria del automóvil se encuentra a las puertas de una revolución. En 2030, la producción de vehículos se habrá dividido entre un gigantesco mercado de coches ‘on-demand’ -que alquilaremos en función de su proximidad cuando queramos hacer un trayecto, sin importarnos demasiado sus funcionalidades o sus extras- y otro de coches más personalizados, para aquellos que quieran seguir conduciendo -o viajando- en su propio automóvil.

Sin duda, se trata de un cambio con enormes implicaciones para la movilidad personal. Pero también para el modelo de negocio de los fabricantes y, sobre todo, para sus plantillas. Para empezar, para producir estos dos tipos de automóviles va a ser necesario un alto nivel de automatización y esto afectará a todos los procesos de la industria. La mano de obra del sector va a estar sometida a una presión muy fuerte y se espera que para 2030, las plantillas se recorten en, al menos, un 50%.

Los empleados que conserven su trabajo necesitarán adquirir nuevas habilidades. Los fabricantes de automóviles deberán convertirse en gestores de datos y entender su nuevo rol como proveedores de servicios de movilidad, además de ensambladores de coches.

La movilidad compartida y la automatización va a revolucionar la forma de producir vehículos en el futuro

Hace dos décadas, la competencia entre fabricantes y proveedores empezó a intensificarse, cuando los segundos empezaron a hacer parte del trabajo que hacían los primeros -también conocidos como OEMs- como construir interiores o salpicaderos. Esta rivalidad solo va en aumento en la nueva era; el pronóstico es que los proveedores sigan avanzando por ese camino, obligando a los fabricantes a reinventarse.

Aquí van algunas de nuestras predicciones para 2030:

  • Los vehículos estandarizados y compartidos entre usuarios -que los utilizarán de forma simple, para ir de un punto A a un punto B- supondrán, por lo menos, el 30% del mercado europeo, concentrándose en el segmento de precios más bajos. En EEUU y Asia, se espera que este porcentaje sea todavía mayor.
  • El tamaño de la plantilla trabajando en las líneas de ensamblaje y en los talleres de carrocería y pintura, menguará debido a la automatización y a las nuevas técnicas de montaje de los vehículos.
  • El número de puestos de trabajo de operarios de fábrica y producción disminuirá con fuerza -hasta en un 60%-, ya que las personas serán reemplazadas por maquinaria autónoma.
  • El número de ingenieros de datos llegará a multiplicarse por dos en algunos centros de producción, y llegará a aumentar hasta un 80% en otros. El número de ingenieros de software aumentará hasta un 90%.
  • El tiempo necesario entre la investigación y el desarrollo de un vehículo, y su producción, disminuya de los actuales tres a cinco años, a los 2 años.

¿Dónde empezará todo? Se espera que todos estos cambios comiencen y sucedan más rápido en Estados Unidos, donde la legislación laboral cambian en menos tiempo que en otros puntos como, por ejemplo, Alemania, donde la transformación será más lenta debido a la influencia de sindicatos o a la existencia de contratos laborales más rígidos.

Hace un siglo, Ford lanzó la producción de vehículos en cadena. Desde entonces, los automóviles han experimentado un sinfín de cambios. Sin embargo, el modelo de negocio del sector, basado en vender coches a particulares, apenas había cambiado en este tiempo.

El giro al uso compartido, acompañado de una individualización cada vez mayor, está a punto de transformarlo todo. Los OEMs deberán hacerlo también. Si no, se arriesgan a verse adelantados por las compañías tecnológicas que ofrezcan la movilidad como un servicio directamente a los clientes y acuden a los proveedores más baratos para encargarles grandes flotas de vehículos estandarizados. Los fabricantes deben actuar ya tomando las decisiones adecuadas para sus modelos de negocio y para el futuro de sus plantillas del futuro.