El Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés) se creó hace casi tres décadas para impulsar las prácticas de negocio sostenibles en la comunidad empresarial. En la actualidad, está formado por 200 compañías que aglutinan  unos ingresos totales de más de 8,5 billones de dólares y 19 millones de empleados. El pasado 28 y 29 de marzo, con motivo de la celebración del Global Solutions Summit 2022, que reunió a intelectuales, políticos y líderes empresariales del grupo de países del G20 en Berlín, Strategy+business entrevistó a Peter Bakker, director general del WBCSD y a Colm Kelly, líder global de Sostenibilidad Corporativa en PwC, sobre los retos para las empresas y los gobiernos en esta época de crisis.

S+B: Teniendo en cuenta los acontecimiento que están ocurriendo en el mundo, ¿cuál creéis que es el mayor reto al que nos enfrentamos hoy en día?

PETER BAKKER: Si tuviera que resumirlo en uno solo: que el funcionamiento de nuestra economía y, por tanto, de nuestras empresas no favorezca la sostenibilidad del planeta ni de la sociedad. Pero, desde mi punto de vista, hay tres retos globales críticos: la emergencia climática, el deterioro de la naturaleza y la creciente desigualdad en el mundo. Estos son los puntos en los que nos deberíamos de centrar.

COLM KELLY: Cuando te sientas con los líderes empresariales, da la sensación de que hay una gran multitud de retos importantes, tal vez incluso sin precedentes, sin olvidar los últimos acontecimientos que están sucediendo en Europa. Pero creo que Peter tiene toda la razón. El reto más importante al que nos enfrentamos es la necesidad de garantizar que los resultados de la actividad económica y empresarial sean coherentes con la sostenibilidad global y con la obtención de resultados sostenibles y con el respaldo social.

Y debemos ser muy concretos. Tenemos desafíos que son urgentes y que deben permanecer en el radar adecuado para acometerlos. Yo diría que no es sólo en beneficio del planeta o de la sociedad, creo que es claramente de interés para las empresas individuales y para la comunidad empresarial en su conjunto. Ninguna compañía puede sobrevivir y prosperar en un entorno en el que no tenemos resultados sostenibles para la sociedad y el planeta.

Mientras los líderes empresariales se reúnen en la Global Solutions Summit 2022 en Berlín, las compañías y los gobiernos se enfrentan a las amenazas globales urgentes.

S+B: Peter, tu organización lleva décadas trabajando para unir a las compañías, ¿cómo crees que ha cambiado la comprensión de los retos a los que nos enfrentamos?

PETER BAKKER: Cuando me incorporé en 2012, las conversaciones que teníamos se centraban en preguntas como: ¿Por qué quieres que nos enfoquemos en la sostenibilidad? Al poco tiempo pasó a ser: ¿Qué es el cambio climático? Tuvimos debates acalorados con las grandes empresas globales sobre por qué es importante. Actualmente, esta conversación ha cambiado por completo a: ¿Cómo se hacen las grandes transformaciones? ¿Cómo descarbonizar la cadena de suministro? ¿Cómo hacer que la naturaleza de tu negocio sea positiva? ¿Cómo se puede contribuir a una sociedad más equitativa?

COLM KELLY: Hay dos aspectos relacionados cuando hablamos de la importancia de que las compañías respondan a la crisis del cambio climático. El primero es la descarbonización. Cada vez son más las empresas que reconocen que deben descarbonizar su operativa y su cadena de suministro, y se fijan objetivos de cero emisiones netas para transformar su negocio y conseguirlo. Y no es una tarea fácil.

El segundo, que en mi opinión tendrá implicaciones más importantes para las empresas, es la visión desde fuera. Es decir, ¿cuáles son las repercusiones de los factores de riesgo climático, como el calor, la humedad y las inundaciones en las empresas? En toda una serie de zonas geográficas -y esto se incluye en el informe más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus  siglas en inglés)-, se observa la probabilidad de que se produzcan alteraciones muy graves en la operativas y en las instalaciones de las compañías. Trastornos que podrían eliminar acabar con su capacidad de abastecimiento o suministro y afectar, incluso, a los consumidores.

Si no nos enfrentamos a estas cuestiones, se van a producir alteraciones sociales y políticas. La posibilidad de que se produzcan migraciones masivas es muy real. Recientemente, hemos visto episodios de migración masiva en donde la gente se desplaza para protegerse a sí misma y a sus familias. Ninguna empresa puede permitirse el lujo de ignorar las implicaciones estratégicas de estos patrones de comportamiento. Pero no estoy seguro de cuántas han llevado a cabo los análisis necesarios para comprender todas las implicaciones del cambio climático y están respondiendo a ellas, lo que, a su vez, refuerza, si se me permite el juego de palabras, la energía que hay detrás de los esfuerzos de descarbonización.

S+B: Estos escenarios parecen estar más allá de lo que las empresas pueden acometer por sí solas. Por lo tanto, ¿en dónde entran los gobiernos?

PETER BAKKER: Las empresas son conscientes de que no pueden resolver estos grandes desafíos por sí solas, pero tampoco podemos esperar que los gobiernos lo hagan por nosotros. En realidad tendría que ser una cocreación. Y en mi opinión, eso tiene dos vertientes.

Una de ellas se centra en las COP (Conferencias de las Partes), reuniones anuales sobre el cambio climático. En estos encuentros los gobiernos están hablando entre ellos sobre sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) para la reducción de emisiones. Pero sabemos que más del 70% de las emisiones mundiales son el resultado de actividades empresariales y que no se miden como parte de las NDC. Por tanto, tenemos que crear lo que llamamos contribuciones determinadas por las empresas (CDC, por sus siglas en inglés) de manera que puedan sumarse a las NDC. Una propuesta que hicimos en la COP26 de Glasgow, en noviembre de 2021.

El segundo elemento es normalizar la información que se pide a las empresas para que podamos ver los objetivos que se fijan y los progresos. Al fin y al cabo, los gobiernos tienen que legislar para que sea obligatorio que las compañías faciliten esta información. Esa es la regulación que las empresas están pidiendo ahora.

S+B: Colm, ¿cómo crees que están respondiendo las empresas?

COLM KELLY: Ha habido un cambio muy significativo en las compañías en torno a estos temas. Hay un apoyo generalizado, por ejemplo, a las normas de información relacionadas con los aspectos medioambientales, sociales y de gobierno en general, y en particular con el cambio climático. Hay una demanda generalizada de transparencia por parte de la comunidad de inversores para que puedan tomar decisiones adecuadas de inversión y de asignación de capital.

Peter tiene razón. También hay un reconocimiento de que gestionar empresas rentables y competitivas de forma coherente con la sostenibilidad global y con la sociedad requiere un cambio de política. Las empresas y los gobiernos tienen que trabajar juntos para identificar la serie de medidas necesarias para conseguirlo. Esto va más allá de la información e incluye, por ejemplo, la gobernanza. Esta conversación es de vital importancia para que el sistema en su conjunto vaya en la buena dirección.

PETER BAKKER: Hace tres años, si hubieras dicho que necesitamos que los gobiernos fueran más ambiciosos, la gente habría dudado un poco más que hoy en día. Estamos saliendo de una pandemia, en la que los gobiernos bloquearon las economías, cerraron las empresas, enviaron a la gente a casa y cambiaron completamente la forma de trabajar. Ahora tenemos la terrible guerra de Ucrania, que está desplazando a un gran número de personas. ¿Quién sabe qué políticas energéticas pueden surgir como resultado? Así, de repente, nos encontramos en una época en la que los gobiernos están en el asiento del conductor, donde sus iniciativas tienen un profundo impacto y están poniendo a las empresas en modo de respuesta.

COLM KELLY:  En muchos aspectos, los temas que estamos tratando en esta entrevista reflejan la preocupación por la separación de la sociedad con los resultados empresariales. Todo parte de la premisa de que las economías de mercado deben de impulsar la prosperidad de la sociedad. Hay muchas pruebas que demuestran que la prosperidad mundial ha mejorado, en términos generales, significativamente gracias a las economías de mercado. Pero creo que cada vez está más claro que la forma en la que gestionamos nuestras economías de mercado, hoy en día, no es necesariamente coherente con la sostenibilidad global, y la prosperidad social. Y cada vez es más urgente. Todavía tenemos una ventana de oportunidad, pero se nos está acabando el tiempo para abordar la escala de transformación necesaria para hacer frente a los gravísimos riesgos climáticos. Dicho de otro modo, no tiene sentido que las compañías sigan operando de un modo que no es sostenible, ni para ellas mismas, ni para sus inversores, ni para sus empleados y proveedores, ni para las comunidades en las que operan y de las que dependen.

S+B: La transformación empresarial hacia una economía de cero emisiones netas conlleva costes. Peter, ¿cómo están respondiendo las empresas a la necesidad de financiar sus estrategias de sostenibilidad?

PETER BAKKER: De nuevo, hay un cambio enorme. Colm y yo participamos en los esfuerzos por crear una red de directores financieros dentro del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible para hablar de cómo financiamos esta transformación. Hace dos años, era muy difícil convencer a un director financiero de la importancia de la sostenibilidad. Hoy en día, necesitas una conversación de menos de diez minutos para convencerles de que la red de directores financieros tiene una contribución que hacer. El compromiso con los mercados de capitales ha cambiado radicalmente. Los inversores han empezado a hacer preguntas, especialmente sobre el clima. Y las empresas han empezado a darse cuenta de que hay una diferencia en el coste del capital para las empresas que apuestan por la sostenibilidad y las que no lo hacen.

El sector de automoción es un ejemplo excelente. La transformación es ahora una cuestión de supervivencia, o te transformas y te alejas de los motores de combustión o no tendrás éxito dentro de diez años. Y, esa urgencia se percibe ya en muchos sectores.

COLM KELLY: Hay algunos cambios estructurales que ya están en marcha. Por ejemplo, en el sector financiero, se ha acordado establecer un marco denominado Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ, por su siglas en inglés). Y ese marco de la GFANZ compromete esencialmente a los participantes (un número enormemente importante de gestores de activos, aseguradoras y otras instituciones financieras- a descarbonizar sus carteras. La razón por la que esto es realmente importante es porque significa que ahora están comprometidos de forma proactiva con las empresas a las que prestan dinero o en las que invierten. Esto les ayuda, en primer lugar, a comprender el perfil de carbono de esa empresa, a pedir planes de descarbonización y, a continuación, a informar sobre los progresos realizados en relación con esos objetivos.

PETER BAKKER: La comunidad empresarial va en la dirección correcta, pero también hay confusión. Hay una gran necesidad de que se comunique una normativa global, y lo más probable es que sea el Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB). Pero si eres un director financiero, esa normativa no ha llegado todavía. Tenemos muchas preguntas de las agencias de calificación. Y la gente se pregunta: ¿Realmente quiero dedicar recursos a proporcionar estos datos? Me guío por una normativa, ¿y qué pasa si elijo la equivocada? Tenemos que presionar para conseguir que la ISSB sea la normativa que las empresas de todo el mundo quieran seguir.

COLM KELLY: La situación es realmente confusa. Pero creo que las empresas deben tener perspectiva y reflexionar sobre cómo hacer frente al cambio climático, en su conjunto, y el importante viaje de transformación necesario para ello. Va más allá de los informes y las calificaciones. Mi preocupación es que, si enfocamos esta transición sin prever el impacto que tendrá en la vida de miles de millones de ciudadanos, estamos condenados al fracaso. Esto incluye, por ejemplo, saber si es viable imponer costes energéticos más altos a los ciudadanos, el impacto de la transición energética en el empleo o los efectos del propio cambio climático en muchas comunidades con problemas y con una capacidad de adaptación limitada. Estas repercusiones, muy reales y humanas, deben tenerse en cuenta en el diseño y la aplicación de los planes de transición, tanto por parte de las empresas como de los gobiernos, para que tengan éxito. Permítanme decirlo de otra manera: no es razonable ni justo esperar que un país o una sociedad se descarbonice a un ritmo superior a su capacidad para sustituir el suministro energético. De lo contrario, estamos imponiendo una carga imposible para esas sociedades. Y eso nos lleva directamente a la necesidad urgente de acelerar el ritmo y la escala de las alternativas bajas en carbono para reemplazar lo que estamos pidiendo a la gente que abandone.

S+B: ¿Sois optimistas respecto al futuro?

COLM KELLY: En realidad, creo que hay un par de cosas que invitan al optimismo. En primer lugar, sabemos que aún estamos a tiempo de responder al desafío global del cambio climático y la transición hacia una economía de cero emisiones. Y dos, tenemos la responsabilidad de ser positivos respecto a la oportunidad de conseguirlo. Está surgiendo un cambio en la dinámica del sistema financiero, en particular, que impulsará la transformación a un ritmo que sospecho sorprenderá a muchos. Irónicamente, los terribles acontecimientos actuales en Ucrania probablemente impulsen una transición energética más rápida. Ahora tenemos, en muchas regiones, una dinámica política detrás de la necesidad de cambiar a las  fuentes de energía alternativas.

Pero también creo que hay que tener determinación, porque el optimismo por sí solo no sirve de mucho. Hay que estar dispuesto a comprometerse con las acciones necesarias para impulsar los tipos de transformación y transición que necesitamos.

PETER BAKKER: Mi padre siempre me enseñó que el miedo es el peor consejero del mundo. Y sé que hay mucho que temer en este momento, pero no dejemos que eso sea nuestra guía. Como ha dicho Colm, no tenemos otra opción que mantenernos completamente centrados en estos retos a largo plazo. Ahora nos vamos a ver obligados a replantear el sistema energético, porque no se van a tolerar las dependencias que hemos construido. Así que tenemos una segunda gran oportunidad para replantearnos radicalmente de dónde obtenemos nuestra energía y qué tipo de energía queremos utilizar.

COLM KELLY: Si tuviera que resaltar un mensaje las empresas sería decirles que, ahora, es el momento de que las compañías evalúen el perfil de riesgo de todas sus operaciones y de sus cadenas de suministro, de principio a fin, en el contexto del riesgo climático. Ya disponemos de datos reales para hacer una evaluación. Las empresas deben evaluar si están conformes con los planes que tienen en marcha para responder a esos riesgos, y actuar en consecuencia.