La banca europea afronta, de nuevo, un periodo de incertidumbre. El sector se ha mostrado extraordinariamente resistente a la crisis provocada por la pandemia, pero este capítulo todavía no se ha cerrado y las entidades financieras van a seguir viéndose afectadas por el ritmo desigual de la recuperación de las economías europeas. Además, a medida que los gobiernos nacionales y el Banco Central Europeo (BCE) vayan retirando las medidas extraordinarias aprobadas para afrontar el shock económico que supuso la irrupción de la COVID-19, muchas empresas van a pasarlo mal y los niveles de desempleo van a seguir siendo elevados. Unas circunstancias que podrían obligar a algunos bancos europeos a aumentar las provisiones para sus créditos y a utilizar sus reservas de capital, lo que afectará, en última instancia, a la capacidad del sector para financiar la recuperación económica en el continente.
La pandemia ha puesto de manifiesto nuevos desafíos para los bancos europeos, cuyas acciones en bolsa vienen evolucionando por debajo de la media del mercado desde hace más de una década, a pesar del buen inicio de 2021. Los costes de las entidades financieras son simplemente demasiado altos en una época de tipos de interés cero o negativos, y su rentabilidad está por debajo de los costes de capital. La contracción económica provocada por la pandemia ha puesto todavía más presión sobre las cuentas de resultados, mientras que la demanda de crédito sigue siendo incierta, según afirma el Banco Central Europeo (BCE).
Las entidades financieras no pueden ser complacientes. Los desafíos a los que se enfrentan son formidables y, si quieren salir más fortalecidas de la crisis, deben transformar radicalmente su base de costes, racionalizar sus operaciones y considerar, de verdad, las fusiones, incluidas las transfronterizas. Es necesario un cambio a gran escala, y las capacidades diferenciadoras que distinguen a cada entidad deben ser la guía para las inversiones futuras: ¿Qué productos y líneas de negocio ya no son relevantes o rentables y deben dejarse de lado? ¿Por cuáles debo apostar?
La envergadura de la transformación tecnológica que han experimentado los servicios financieros en la última década es otro factor que no se puede dejar de lado. Los bancos ya no deben dar por sentada la fidelidad de los clientes en plena batalla con las Fintech y con las grandes tecnológicas. Un contexto que requiere que las entidades financieras monten sus operaciones sobre plataformas digitales sólidas.
Los bancos, además, tendrán que proporcionar información sobre las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno -ESG, por sus siglas en inglés-, para construir los modelos sostenibles que les exigen clientes, accionistas, reguladores, empleados, agencias de calificación y otros grupos de interés.
Hay mucho en juego. Los bancos europeos tendrán que luchar para ponerse al nivel de sus pares estadounidenses y asiáticos, más fuertes. Deberán actuar ahora para afrontar estos retos mediante una profunda transformación de sus modelos de negocio. El objetivo, cerrar la enorme brecha existente entre la rentabilidad de la banca europea y sus costes de capital. Pero ¿por dónde empezar? Para intentar arrojar algo de luz sobre esta cuestión, Strategy&, la consultora estratégica de PwC, ha elaborado el informe ‘Transforming European banks: time for radical change‘, donde propone actuar sobre cinco pilares fundamentales:
1. Crédito: objetivo, proteger los balances. La incertidumbre existente en torno a la recuperación económica y a la profundidad de la crisis puede llevar a los ejecutivos de la banca europea a esperar y ver… Esto sería un error. El incremento de la morosidad y de los créditos no productivos -en inglés, non performing loans-, puede deteriorar los colchones de capital de las entidades, y los bancos deben tomar medidas, ya, para proteger sus balances. Cuanto antes comiencen, mejor preparados estarán para acometer un aumento de los impagados. Pero hay otra razón, existen inversores dispuestos a comprar activos de mayor riesgo o dificultad y los bancos deben aprovechar esta ventana del mercado. Para ello, es importante que las entidades vuelvan a evaluar el nivel de aversión al riesgo en los diferentes sectores y tipos de activos.
2. Costes: ha llegado el momento de cambiar. La puesta en marcha de un rediseño radical del modelo operativo exigirá a los directivos de la banca tomar decisiones audaces y complejas. Puede que tengan que racionalizar sus carteras de productos, retirando aquellos menos rentables, que sigan reduciendo el número de sucursales físicas y simplificando su red… pero una transformación efectiva de los costes deberá ir más allá y requerirá de un compromiso desde el primer día, con objetivos claramente articulados y un compromiso continuado con las principales partes involucradas.
3. Consolidación: mejor juntos pero con sentido. Las mejores sinergias vendrán cuando la entidad resultante tenga unas capacidades estratégicas superiores a cada una de las partes en solitario. A la hora de considerar posibles operaciones, más allá de las estimaciones estrictamente financieras, será clave preguntarse: ¿Por qué el nuevo banco será más atractivo para los clientes? ¿Qué nuevas capacidades nos van a ayudar a ganar a nuestros competidores? En definitiva, mejor juntos pero con sentido.
4. Tecnología: rápida y fácil de adaptar. Constantemente aparecen tecnologías nuevas y potencialmente muy disruptivas. Hacer un seguimiento de todas ellas es una tarea compleja, que requiere mucho tiempo y no todas tienen el mismo potencial para la banca. Las entidades deben evaluar cuáles son las tecnologías clave para avanzar en su transformación digital. Las principales, como la inteligencia artificial y el Big Data, ya tienen un alto grado de impacto en el sector y son necesarias para garantizar que los bancos no se queden atrás. Al mismo tiempo, deben considerar activamente otras tecnologías incipientes, como el deep learning, como parte de su estrategia tecnológica a largo plazo.
5. ESG: una banca con propósito. Es más que una evidencia el creciente interés por las finanzas sostenibles y por las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno (ESG), pero ¿hasta dónde deben llegar las entidades financieras a la hora de incorporar esté tipo de temas? Los bancos deben apostar por hacer una aproximación estratégica a la ESG. Si se hace bien y con convicción, puede ser una oportunidad para mejorar la reputación, reducir los riesgos de crédito y mejorar la rentabilidad. Para ello, es importante contar con el compromiso del consejo y de la alta dirección, la apuesta no debe limitarse solamente a la lucha contra el cambio climático e incorporar, también, prioridades centradas en la S, de social, y en la G, de gobierno.