Vivimos la era de la tecnología y de la interconexión. Sin embargo, el índice de soledad, o de personas solitarias en Estados Unidos, se ha duplicado desde 1980. Este problema está impactando con fuerza en la salud de los profesionales de las empresas, llegando a afectar a su creatividad, a su toma de decisiones o a su implicación en el trabajo. Para muchos, el trabajo es una oportunidad para interactuar con otros y sentirse parte de la comunidad.

A medida que transcurren nuestras vidas, las relaciones sociales se convierten en particularmente importantes para atravesar los cambios inherentes al paso del tiempo. Algunos serán voluntarios, como volver a estudiar o cambiar de carrera, y otros vendrán forzados por circunstancias externas, por ejemplo, estar en paro. Para salir de todos ellos de forma airosa, las personas necesitan apoyarse en sus relaciones sociales para alcanzar la fortaleza emocional. Las empresas juegan un papel crucial a la hora de configurar esas relaciones y construir fuerzas de trabajo resistentes ante el cambio y la disrupción. Y lo cierto es que los nuevos modelos laborales pueden aportar flexibilidad al mundo de los negocios, pero también pueden reducir las oportunidades de interacción y de relación entre los empleados.

Si las compañías quieren superar este reto, deben repensar cómo ayudan a sus profesionales a construir relaciones. Y aunque son plenamente conscientes de que los lazos personales son necesarios, en la actualidad, no están tomando medidas para facilitar las relaciones ni dentro ni fuera del trabajo.

Las empresas juegan un papel crucial a la hora de configurar las relaciones sociales y construir fuerzas de trabajo resistentes ante el cambio y la disrupción.

¿Están preparadas las empresas para nutrir su plantilla para el futuro? El informe Preparing for tomorrow’s workforce, today, elaborado por PwC en colaboración con Lynda Gratton, profesora en la London Business School, revela cuáles son las capacidades clave para las empresas a la hora de captar y retener el talento. En su investigación, la profesora Gratton describe tres redes relacionales que son clave para la productividad y para el bienestar de los empleados: the posse -en español, algo así como la pandilla-, el grupo de las grandes ideas y la comunidad regeneradora. Unas redes que tienen que ver con los distintos ámbitos en los que nos relacionamos las personas y su cercanía.

Alimenta la ‘pandilla’

Las relaciones de trabajo cercanas disparan el nivel de satisfacción de los empleados en un 50%. Aquellos que tienen un mejor amigo en el trabajo están hasta siete veces más comprometidos que el resto con su cometido en la empresa. Sin embargo, hoy en día, las oportunidades para relacionarse e interactuar en la oficina pueden verse comprometidas por los nuevos modelos de trabajo flexible. Empleados que antes estaban en una misma ciudad, se encuentran ahora en distintas partes del mundo y trabajan, incluso, en zonas horarias distintas.

Si las empresas quieren adelantarse a este reto, deben cambiar la manera de conectar a la gente. Integrando, por ejemplo, tecnologías colaborativas como redes sociales de empresa. Sin embargo, aunque muchas compañías han dado ya este paso, no siempre funciona. Solo el 50% de los participantes en el estudio afirma que sus empresas habían desarrollado unas plataformas sociales virtuales potentes.

Las redes sociales de las empresas funcionan mejor cuando las organizaciones que las integran cuentan previamente con una cultura colaborativa. Los empleados no van a compartir conocimientos en aquellos puestos de trabajo donde “lo que cada uno sabe” es una fuente de poder importante. Esto ocurre en lugares donde el trabajo individual se valora por encima del equipo, incluso en aquellas tareas que requieren colaboración. Si el talento se centra en las competencias y experiencias individuales, se pasa por alto la contribución de la persona al grupo y su habilidad de obtener valor junto a su equipo. Ante esta situación, el resultado es que los trabajadores se muestran reacios a compartir su conocimiento abiertamente, a aprender del otro, a ayudar a completar tareas o cumplir los plazos y a compartir recursos.

Cuando las empresas premian el trabajo en equipo, la gente deja de tener como motor la competencia y empieza a colaborar. Empieza a compartir sus conocimientos y conexiones. Las empresas que premian el aprendizaje, motivan a sus profesionales a construir relaciones y explorar oportunidades para aprender de otros. Para impulsar la colaboración y, de esta forma, alimentar la “pandilla”, las compañías deben dejar a un lado los indicadores de trabajo centrados en el corto plazo e impulsar aquellos que premien el aprendizaje y el largo plazo.

Construye el ‘grupo de grandes ideas’

Es un mito que las grandes ideas vengan de los genios y los inventores solitarios; son los encuentros casuales los que hacen posible que la gente tenga ideas innovadoras. Un estudio, realizado a partir de dos millones de patentes premiadas en los últimos cincuenta años, reveló que es más probable que las ideas más innovadoras y con más impacto vengan de la colaboración entre organizaciones, que por equipos formados por gente de la misma universidad, laboratorio o centro de investigación. Sin embargo, muchas empresas siguen cometiendo el error de montar grupos con gente de perfiles y de funciones similares. Esto crea una especie de cápsula donde resulta complicado que se genere información nueva.

Si ayudamos a nuestros empleados a construir distintas redes y ámbitos de relación (y les retribuimos por ello) estamos potenciando una buena herramienta para atraer el mejor talento. Para crear el grupo de las grandes ideas, deberíamos de aprender de los talleres renacentistas. Allí los artesanos trabajaban con arquitectos, matemáticos, ingenieros y anatomistas, entre otros, consiguiendo innovación y colaboración.

Impulsa la ‘comunidad regeneradora’

Esta comunidad es esencial porque presta apoyo emocional a los empleados en tiempos difíciles y es vital para mantener su ánimo y su capacidad de resistencia. Un estudio de la Universidad de Harvard demuestra que, para las personas, las relaciones sociales cercanas son más importantes que el dinero a la hora intentar encontrar la felicidad. Estos lazos protegen a la gente de los reveses de la vida, ayudan a retrasar la decadencia física y mental y son buenos indicadores de trayectorias largas y plenas.

La presión a la que se enfrentan los empleados en sus empresas, con plazos de entrega apretados y una cultura del trabajo 24/7, hace difícil que establezcan relaciones fuera del espacio de trabajo. El número de personas que cuentan con alguien cercano en quién confiar ha descendido en las últimas décadas. Las empresas pueden mejorar esta situación asegurándose de que los empleados pueden desconectar del trabajo. En este sentido, los managers o directores juegan un papel clave con su ejemplo, evitando las sobrecargas de trabajo excesivas y minimizando las horas imprevistas.

Extracto de la segunda entrega de una serie de cinco con pistas sobre cómo tu empresa puede crear una ventaja competitiva a través de una mejor experiencia de los empleados. ¿Quieres leer la primera? Haz clic aquí. ¿Quieres recibir las siguientes? Haz clic en el banner de abajo.