Estamos en 2030. Inés tiene 48 años e hipertensión. Para reducir el riesgo de su enfermedad, ha introducido el ejercicio físico en su rutina diaria. El cuadro médico de Inés se ve agravado por sus antecedentes familiares: su padre falleció de un infarto a los 63 años.
Mientras Inés hace kilómetros corriendo en la cinta, su camiseta inteligente le mide el pulso. Su avatar de salud -una especie de réplica digital con todos sus datos médicos-, analiza su información en tiempo real y la compara con enormes cantidades de datos, y le sugiere un plan de entrenamiento y una dieta.
Después de entrenar, Inés se prepara un desayuno que complementa con una dosis diaria de un inhibidor para la hipertensión y otros suplementos nutricionales. Estas dosis cambian semanalmente, en función de los datos que va recabando un microchip que tiene implantado en el corazón.
Todos esos datos, previa autorización de Inés, son enviados a profesionales de la salud y su seguro sanitario mediante un mecanismo de intercambio de datos altamente seguro. A partir de una serie de algoritmos, una herramienta dotada de Inteligencia Artificial analiza y deja lista toda la información para los médicos que vigilan su estado físico. Su seguro va ajustando las cuotas a partir en su perfil de riesgo y las medidas de prevención que va adoptando.
Sin embargo, un día, el avatar de Inés le avisa de una irregularidad en su frecuencia cardiaca y en su presión arterial. Parece que hay un problema en su válvula arterial. La herramienta de IA de su cardióloga le propone distintas opciones, entre las que están implantar una válvula nueva, llevar a cabo una intervención con nanotecnología o administrar una medicación personalizada. Inés y su doctora acuerdan que la tercera opción, la menos invasiva, es la mejor, y que la complementarán con un seguimiento más estrecho.
Las compañías biofarmacéuticas utilizan todos los datos médicos de Inés para adaptar la fórmula de la medicación y su dosis, e imprimen una especie de pastilla en 3D que permite a los médicos monitorizar, a través de un sensor, los progresos que va haciendo medicación.
¿Podría un caso como el de Inés convertirse en el new normal de los cuidados sanitarios en los próximos años? Según los más de 120 ejecutivos que han participado en #FutureofHealth, el último informe de Strategy&, la consultora estratégica de PwC, así será. Además, la gran mayoría cree que este futuro es una buena nueva para los pacientes: un 85% piensa que la calidad de la atención sanitaria mejorará, un 67% que será más eficiente, y un 78% que será más sostenible desde el punto de vista económico.
En 2030, el cuidado sanitario estará más centrado en la prevención de las enfermedades que en la búsqueda de su tratamiento
El estudio describe un gran cambio de fondo: en 2030, el cuidado sanitario estará más centrado en la prevención de las enfermedades que en la búsqueda de su tratamiento. Los pacientes serán atendidos de forma personalizada, con tratamientos que se integrarán en su vida diaria de forma casi imperceptible. Y todo esto será posible gracias a los datos y los algoritmos.
Por supuesto, todos estos cambios se darán en un sistema de salud radicalmente distinto al actual. Los médicos y todos los profesionales sanitarios verán redefinidas sus funciones, y los reguladores tendrán que diseñar marcos de trabajo adaptados al paradigma de la digital health, en el que el intercambio de datos sensibles será fundamental.
A todo este maremágnum de cambios, hay que sumar otra gran transformación: la de los presupuestos y dotaciones que dedican los estados –y el sector privado- a la sanidad. En los próximos años, enormes sumas de dinero que hoy se dedican a una cosa, irán poniéndose en otras cestas totalmente distintas. En líneas generales, el documento apunta que habrá menos recursos dedicados a los tratamientos y atención médica, y más para la prevención, el diagnóstico y el desarrollo de soluciones digitales como apps, dispositivos de monitorización y herramientas de análisis basadas en Inteligencia Artificial.
El documento se atreve a poner cifra a este desplazamiento de gasto en sanidad (incluyendo en España), que, en su conjunto, se incrementará; Un diez por ciento de media en el mundo para 2030, según los encuestados, y hasta un 42% según otros estudios citados por el informe. En cambio, el gasto por paciente podría caer hasta un 28%, debido al incremento en el número de personas que accederán a la atención sanitaria, que crecerá mucho más que los presupuestos.
¿Qué actores impulsarán y harán posibles todos estos cambios? Según admiten los propios ejecutivos del sector, las principales protagonistas del cambio serán (¡sorpresa!) las compañías tecnológicas, que partirán con ventaja gracias a su experiencia en el tratamiento y análisis de datos. Mientras, los reguladores aparecen como los principales inhibidores de la transformación.
Para ser exactos, las grandes tecnológicas ya han empezado a entrar en el mercado de la prevención de enfermedades, patentando y desarrollando productos propios en los últimos años. Además, también están realizando incursiones en el área del tratamiento médico tradicional a través de adquisiciones y alianzas.
Todo esto supone un reto considerable para las compañías biofarmacéuticas y esboza un futuro que podría verse condicionado por una caída en los márgenes. Si asumimos que el coste por paciente no experimentará cambios, el margen operativo actual, que el documento sitúa en el 25%, podría caer hasta el 17% en el escenario menos agresivo.
Pero todos estos cambios también pueden ser oportunidades para estas compañías. Estas solo tienen que reimaginar el futuro del sector para darse cuenta de que solo hay tres opciones: conseguir ser más eficientes y aumentar su cuota de mercado, conquistar los nuevos nichos de crecimiento de los que hemos hablado, o hacer las dos cosas.
Lo bueno es que, sea como sea, las compañías de esta industria y sus ejecutivos tienen claro que el cambio está a la vuelta de la esquina: un 68% espera que este escenario sea la norma en 2030 y para un 75% puede suponer una oportunidad. Además, un 85% dice que el futuro de la Sanidad y la Digital Health ya están en su agenda corporativa. Eso sí, solo un 25% afirma estar adoptando un enfoque integral para abordar el reto. Hay que moverse.