Imagina que Thomas Edison, que creció en un ambiente pobre y sin educación formal, no hubiese perseverado ante los contratiempos que tuvo que vivir. Prácticamente sordo desde muy joven, Edison creó el transmisor de carbón, que facilita escuchar a través del teléfono. A este invento le siguieron otros, incluyendo los más reconocido mundialmente: el fonógrafo y la bombilla. ¿Qué hizo seguir a Edison?
Sus biógrafos describen su inclinación a resolver problemas, además de su persistencia. Pero había algo más. Perseverar ante la adversidad requiere resiliencia. “No he fracasado”, decía Edison, “simplemente he encontrado 10.000 maneras que no funcionan”.
Algunas personas son resilientes por naturaleza. Tienen actitud positiva y encuentran maneras de sobreponerse a los obstáculos para conseguir sus objetivos. Pero cualquiera -incluso aquellos que no son resilientes por naturaleza-, pueden desarrollar esta capacidad.
En un ambiente de trabajo, nunca ha sido tan importante para las personas desarrollar resiliencia. Los cambios producidos por la extraordinaria aceleración en la innovación tecnológica están refundando cómo trabajamos y vivimos. La naturaleza del trabajo -para quién trabajamos, qué hacemos y la estructura de los contratos-, está en plena reinvención. Es muy posible que, en unas décadas, ya no tengamos trabajos de ocho o diez horas diarias. Seguramente será más común tener carreras con altos periodos de actividad seguidos por otros de descanso. Puede que los salarios de los trabajadores aumenten, pero la previsibilidad del flujo de ingresos podría caer. Muchos no llegarán a conocer a sus compañeros de trabajo en persona, y aparecerán nuevas profesiones que ni podemos imaginar.
Esos cambios pueden ser -psicológica, logística y financieramente- un desafío y es posible que estemos subestimando la necesidad de los trabajadores de armarse con nuevas disciplinas, en su sentido más amplio. Las personas necesitarán disciplina -autocontrol y orden-, para no perderse en un mundo caótico. Y dominar nuevas disciplinas, en el sentido de nuevas facultades mentales, como la flexibilidad y otras capacidades, para poder tener éxito. Los beneficios de la resiliencia no son solo personales; también tienen impacto en los negocios. Según un estudio de meQuilibrium (una compañía de formación y evaluación de empleados), las personas más resilientes se pierden menos días laborales, tienen mayor satisfacción, aguantan más en su trabajo, están menos estresadas y gozan de mejor salud.
La naturaleza del trabajo -para quién trabajamos, que hacemos y la estructura de los contratos, está en plena reinvención y ser resiliente será capital para poder afrontar este cambio
Hasta ahora, la mayor parte de la preparación a los empleados para los cambios tecnológicos ha estado basada en mejorar sus capacidades digitales. Particularmente, aquellas relacionadas con datos, analytics e Inteligencia Artificial (IA). Pero este upskilling no es suficiente.
Entrenar a la gente para lidiar mejor con el cambio no significa que debamos esperar que resuelvan solas situaciones complicadas o que solucionen problemas estructurales en el trabajo. Pero la resiliencia es una parte de un arsenal de capacidades que nos pueden ayudar a sobreponernos a desafíos importantes.
¿Por qué la mentalidad importa?
En los países desarrollados, y si nos guiamos por estándares históricos, los trabajadores de hoy lo tienen bastante fácil. En los países industrializados se trabaja entre 20 y 30 horas menos que en siglo XIX. Es más, desde entonces, se han incorporado una gran cantidad de derechos del trabajador, incluyendo el subsidio de paro, las pensiones, más normas de salud y seguridad, igualdad y leyes antidiscriminatorias.
En los próximos diez años, sin embargo, el empleo estable se hará menos común como resultado de las siguientes tendencias:
- Los contratos atípicos, como trabajos esporádicos, gig works o contratos por hora, están aumentando. Según un estudio de PwC sobre el trabajo del futuro, el 60% de los empleados piensan que “menos personas tendrán un empleo estable y de largo plazo en el futuro”. En el Reino Unido, el think tank independiente Resolution Foundation estima que más de un millón de trabajadores tenían contratos de cero horas a finales de 2016; una cifra que se multiplicará por cinco.
- La Automatización y la Inteligencia Artificial están provocando que algunos trabajadores se queden obsoletos, particularmente en la industria, ámbito en el que Oxford Economics predice que habrá 20 millones de robots para 2030. La IA tendrá el mayor impacto en el conocimiento de los trabajadores, según un informe de Brookings Institution.
- Los trabajos necesitarán de nuevas habilidades que los trabajadores no tienen. El Foro Económico Mundial estima (pdf) que, para 2022, el 54% de todos los empleados necesitarán alguna forma de reskilling, que podrá durar meses e incluso años.
Estas tendencias traerán desafíos adicionales para las personas, y dificultarán la estabilidad económica. Por ejemplo, un estudio realizado en Estados Unidos muestra que las plataformas digitales de ride-hailing pagan una media de 12 dólares la hora -antes de impuestos-, muy por debajo del salario medio en EE.UU. de 25,12 dólares por hora, sin incluir beneficios-, y 36,61 dólares, con beneficios, según el Bureau of Labor Statistics de EE.UU.
Solo la necesidad del Upskilling ya va a ser un desafío, porque va a requerir que la gente acepte participar en procesos de formación, además de seguir con los trabajos habituales que tengan que hacer. Una vez que hayan sido reentrenados, se enfrentarán a un nuevo ambiente, y podrán ser empleados en diferentes roles sin una trayectoria profesional y una carrera clara. Aquellos que pasen de ser empleados fijos a temporales tienen que ser capaces de manejar sus propios objetivos a largo plazo. Y, lo peor de todo, nadie sabe cuánto durará este periodo de transición económica: no sabemos si a los empleos les bastará con una transición o si el reentrenamiento y los cambios de rol serán un proceso continuo.
En este ambiente tan dinámico, la habilidad de ser positivo, adaptarse, y de dar pequeños pasos para ir inclinando la balanza a tu favor –en otras palabras, ser resiliente– se vuelve clave.
Los empleadores deben guiar en el camino
Los empleadores tienen la oportunidad -e incluso algunos dirán que la obligación-, de ayudar a construir la resiliencia de sus trabajadores. Para conseguirlo, hay tres cosas que deben hacer:
- Impulsar la educación financiera para ayudar a los empleados a enfrentarse a cualquier problema sobre una base financiera sólida.
- Ayudar a los empleados a que se adapten. No sólo enseñándoles a ser resilientes con seminarios y coaching, sino también fomentando movimientos laterales dentro de las organizaciones.
- Dar acceso a apoyo desde fuera de la organización para abordar el estrés de los empleados; guiarles para lidiar de manera autónoma con el estrés y apoyar técnicas de toma de buenas decisiones.
Los gobiernos también tienen un rol importante en incrementar la resiliencia, ya que pueden escoger incentivarla, o demandar acción por parte de los empleadores. También pueden preparar a la próxima generación de trabajadores fomentando el desarrollo de estas habilidades en niveles de educación obligatoria en el colegio.
Dar formación técnica no será suficiente para tener éxito en este mundo tan cambiante. Pero sola, la resiliencia tampoco bastará. Pero tener esta capacidad es tremendamente importante. Si las personas pueden mejorarla, las bombillas empezarán a encenderse en las compañías de todo el mundo.