La crisis de COVID-19 tendrá efectos duraderos en muchos aspectos de la vida de las personas, incluso después de que tengamos una vacuna. El brote global de virus y el cierre de la mayor parte de las economías hace que la situación actual sea significativamente diferente a la de las anteriores crisis económicas y sociales que hemos vivido. La gran recesión que se produjo entre 2007 y 2009, por ejemplo, tuvo importantes consecuencias financieras y económicas para las personas y para las empresas, pero sus efectos duraderos fueron principalmente de carácter regulatorio.

Si bien la economía se ha visto afectada por la pandemia, la mayoría de las empresas no están modificando sus estrategias de fusiones y adquisiciones. La actividad ha disminuido en 2020, pero muchas empresas están en una posición sólida para acometer operaciones en el futuro. Una de las principales razones es  la cantidad de capital, sin precedentes, que había disponible antes de la pandemia: la liquidez de las empresas y la capacidad de compra del capital riesgo estaban en sus niveles más altos, en un escenario de bajos tipos de interés. Unas circunstancias a las que se suma, ahora, el aumento de compradores y vendedores potenciales a medida que las valoraciones van cayendo desde los máximos registrados en los últimos años.

Según un estudio de PwC, las empresas que acometen operaciones durante épocas de recesión obtienen un mayor retorno para el accionista que el resto de compañías de su sector

Si damos un vistazo al pasado, hay algunas lecciones de crisis precedentes que nos pueden ser útiles en el contexto actual. Como muestra, un botón: según un estudio realizado por PwC, las empresas que acometen operaciones durante épocas de recesión obtienen un mayor retorno para el accionista que el resto de compañías de su sector. O, lo que es igual, aquellos compradores capaces de realizar fusiones o adquisiciones en situaciones de crisis, alineadas con su estrategia de crecimiento, son capaces de obtener unas rentabilidades mayores de lo habitual. Por tanto, si tenemos en cuenta el capital disponible y el ajuste a la baja de las valoraciones, esperamos que la actividad M&A se recupere más rápidamente que la economía en general, y que sea precisamente esta actividad la que saque a algunos sectores de la recesión.

A pesar de todo, vivimos momentos sin precedentes y muchos directivos se preguntan: “¿Y ahora qué?”. El mundo de fusiones y adquisiciones ya tenía sus propios desafíos antes de la Covid-19. Tendencias como el desarrollo tecnológico, el aumento del proteccionismo o los cambios demográficos, entre otras, estaban replanteando las estrategias de negociación. Ahora, los principios básicos de la actividad están siendo desafiados. La búsqueda de ahorro de costes y economías de escala a través de la globalización está dando paso, ahora, a la creación de modelos de negocio que pueden ser mucho más resilientes para las empresas.

Todo este contexto va hacer que los deals sean diferentes en el futuro y que, en los próximos dos años, las operaciones de M&A se vean directamente impactados por cinco grandes palancas:

  1. Las nuevas formas de hacer: Incluso una vez superada la crisis sanitaria, la forma en la que vivimos, trabajamos y consumimos no será la misma, e impactará en las empresas y en sus clientes. Los grandes cambios en el comportamiento individual y grupal, en las prácticas comerciales y en las normas sociales como consecuencia del coronavirus influirán en las decisiones de los consumidores y en el mundo de las transacciones.
  2. El cambio de rumbo de los sectores: La marcha  de muchos sectores se ha visto alterada por la pandemia, que ha abierto desafíos y oportunidades tanto a corto como a largo plazo.  La recuperación, por tanto, será desigual y acentuará la convergencia entre las industrias. La emergencia sanitaria ha provocado la aceleración de muchos cambios, lo que supone para las empresas una oportunidad para obtener una ventaja competitiva.
  3. Las oportunidades que abre la innovación: A menudo, las crisis inspiran la invención de nuevos modelos de negocio, y las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial (4IR) podrían estar avanzando más rápidamente. Las empresas van a renovar y redefinir sus procesos y la eficiencia de sus operaciones, utilizando estas y otras tecnologías emergentes.
  4. El giro en torno a un mundo multinodal: El declive de la globalización  podría estar acelerándose. El comercio y las inversiones transfronterizas se están haciendo cada vez más difíciles o, al menos, se están redefiniendo. Las empresas volverán a evaluar el equilibrio adecuado entre la eficiencia y la capacidad de recuperación, especialmente cuando revisen sus cadenas de suministro.
  5. El futuro del capital: La liquidez a corto plazo es motivo de preocupación para muchas empresas, pero la cantidad históricamente elevada de capital disponible para la inversión que hay en esta crisis es diferente de las recesiones anteriores. Las empresas más fuertes podrán hacer adquisiciones y, en última instancia, podrán obtener mejores rentabilidades que sus competidores.