Hace poco, el director financiero de una empresa líder en el sector financiero durante una reunión vía Zoom me decía: “He tenido más conversaciones sobre ESG en las últimas cinco semanas que en los últimos cinco años. ¡Y cuando pasa esto sé que está sucediendo algo importante!”.
Ese directivo tiene toda la razón. Los inversores están cada vez más centrados en las cuestiones ESG -medioambiente, social y gobierno corporativo, por sus siglas en inglés-. Cifras recientes de Morningstar muestran que, en los tres últimos meses de 2020, el flujo de dinero hacia fondos “sostenibles” en Europa aumentó en un 84%. Y la presión para que las empresas revelen cómo compatibilizarán su modelo de negocio con una economía baja en carbono es una pieza fundamental de la carta que dirige Blackrock a los CEOs en 2021.
En el pasado, las empresas podrían haber respondido a esta presión con unas cuantas palabras bien elegidas y algunas fotografías a todo color en el informe anual. Pero si eso no era adecuado para gestionar los aspectos ESG entonces, cuando eran vistos como un tema de imagen, ciertamente no es suficiente ahora, como forma de gestionar las demandas de los inversores. Lo que el mercado quiere son evidencias de que las compañías cuentan con un modelo económico sostenible.
Esto requiere empezar a divulgar un conjunto de métricas no financieras sólidas. La pregunta a la que se enfrentan las empresas es: ‘pero, ¿cuáles?’.
La abundancia de opciones es un campo de minas. La tentación es dejar este aspecto de la presentación de informes exclusivamente a los expertos en sostenibilidad, o tratar de mantenerlo fuera del informe anual y del resto de información orientada al mercado. Pero ninguno de estos enfoques es adecuado. En mi opinión, estos directivos deberían ejercer un papel de liderazgo en la decisión de ir más allá del mínimo que exige la regulación, utilizando las tres preguntas que veremos a continuación para conseguir resultados.
- ¿Qué métricas son más importantes para nuestro negocio?
Al igual que con los informes financieros, lo que se mide, lo que se monitoriza, y lo que se informa debe partir de la estrategia y del propósito específico de cada empresa. Debe haber un vínculo claro con la estrategia. La carta de Blackrock es instructiva en esto, y pide a las empresas que revelen, específicamente, cómo “será compatible su modelo de negocio con una economía baja en carbono”. Los compromisos generales no son suficientes.
Si bien los directores financieros y de sostenibilidad deben liderar los debates internos, los líderes de la estrategia y de las operaciones son cruciales por la comprensión de los factores que determinarán el éxito del negocio. La decisión final sobre qué métricas reportar debe ser tomada por todo el equipo directivo en colaboración.
- ¿Qué métricas son más importantes para nuestros stakeholders?
Probablemente, habrá muchas coincidencias en las cuestiones que importan a la dirección y las que importan a los stakeholders. Pero es poco probable que la combinación sea perfecta. A menudo, será necesario proporcionar información simplemente porque lo exigen grupos de interés importantes.
Así como los directores financieros siguen de cerca las demandas de los accionistas, también debe escucharse atentamente a otros grupos de stakeholders. Marcos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU o los informes del WEF/IBC pueden ser guías útiles, pero no hay sustitutivo de la relación directa con empleados, reguladores, ONGs y comunidades locales. Mantener un diálogo continuado con áreas como las de Asuntos Corporativos, Relación con Inversores, Legal y Sostenibilidad puede ahorrar una gran cantidad de trabajo. Estos grupos pueden aportar información valiosa sobre lo que buscan los stakeholders.
Cuando se trata de los inversores, es tan relevante pensar en lo que no les importa realmente como en lo que sí. Antes de comprometerse a empezar a difundir una nueva métrica, la dirección debería preguntar si algún inversor la ha solicitado en los últimos 12 meses. Es mucho más fácil dar a conocer una nueva información, que retirarla, luego, de los informes.
- ¿Tenemos en marcha los sistemas y procesos que necesitamos?
En última instancia, las empresas deberían dar la información de sostenibilidad que los inversores y otros stakeholders quieren, o si no sufrirán las consecuencias. Sin embargo, a menudo no es nada sencillo avanzar desde lo que se puede contar hoy a lo que se necesitará dar a conocer mañana. La información no financiera solo será creíble para los mercados si los datos son tan sólidos como los utilizados en la información financiera tradicional. Por tanto, las empresas deben estar tan centradas en la precisión y en la fiabilidad como lo están en los informes financieros. Un dato poco fiable, o una omisión material, pueden dinamitar la confianza puesta en todo lo demás.
Los sofisticados mecanismos que garantizan la precisión de la información financiera -incluidos los procedimientos de control, las auditorías internas y externas y los sistemas de ciberseguridad, entre otros-, deben implementarse para cumplir los mismos estándares en el caso de la información no financiera. Una vez más, el director financiero tiene un papel muy importante en este proceso.
La realidad es que la demanda de transparencia sobre cuestiones ESG no va a dejar de aumentar. Las compañías que no publican información o que reportan datos que no son de confianza, perderán a inversores y oportunidades de acceso al capital. Aquellos que hagan las cosas bien -tocando las notas que los inversores y otros stakeholders esperan oír-, obtendrán una ventaja competitiva vital. Dos empresas idénticas podrían terminar en sitios muy distintos simplemente por la calidad de la información que comparten.