Sin ser plenamente conscientes, los ciudadanos de a pie estamos en contacto con la nube casi constantemente: cuando ojeamos nuestra app de mensajería móvil, en el momento en el que vemos una serie en nuestra plataforma preferida, cuando editamos un documento online o al escuchar una canción. Son únicamente algunos ejemplos para poner de manifiesto cómo esta tecnología está presente en nuestra rutina diaria. Mientras tanto, muchas empresas aún no se han sumado a esta ola o tienen aún mucho recorrido por delante para implantar esta tecnología disruptiva. Según la encuesta EMEA Cloud Business Survey 2023, que hemos realizado en PwC entre abril y mayo de este año entre 2.209 líderes empresariales y tecnológicos de Europa, Oriente Medio y África, sólo el 55% de los ejecutivos de las empresas españolas -el 54% en el área EMEA- afirma que ha incorporado la tecnología cloud en todas o muchas áreas de su negocio, frente al 78% de los ejecutivos consultados en una encuesta similar en EE.UU., lo que evidencia que quedan aún deberes por hacer.

Ante la irrupción reciente de la Inteligencia Artificial (IA), que los usuarios finales también estamos pudiendo usar gracias a la difusión de ChatGPT y del buscador Bing de Microsoft, las empresas se encuentran en la tesitura de dar pasos adelante o arriesgarse a quedarse atrás. De hecho, todos los expertos coinciden en señalar que el desarrollo de la nube en las empresas es un paso previo imprescindible antes de iniciarse en oportunidades de negocios vinculadas con la IA generativa. Sin duda, las compañías deben dar nuevos pasos adelante con determinación: las que ya llevan tiempo trabajando en la nube tendrán que aumentar la velocidad de su apuesta y afinar el enfoque, y las que no, deberán adoptar medidas pronto si no quieren quedarse relegadas.

Muchas empresas han experimentado durante la pandemia, cuando las economías se cerraron a cal y canto, que los servicios informáticos basados en la web y en la nube les permitían trabajar de forma remota. Muchos empezaron a vislumbrar que esa tecnología sería muy importante para la supervivencia de sus negocios y la búsqueda de nuevas oportunidades… Pero casi tres años y medio después, este impulso inicial se ha desvanecido y no todas las empresas han logrado ver el gran potencial que la nube puede suponer para su desarrollo, independientemente del sector al que pertenezcan. Aunque es cierto que seis de cada diez ejecutivos españoles aseguran que aumentarán su inversión en cloud durante este año (el 58%), este porcentaje es inferior al del conjunto de los países de EMEA (73%).

Como ocurre cuando hay que tomar decisiones valientes, uno de los frenos suele ser la gobernanza. La encuesta demuestra que muchos directivos aún no tienen demasiado claro quién debe ser el responsable de adoptar las medidas relacionadas con la inversión en la nube. El 26% de los ejecutivos españoles consultados asegura que ese rol le correspondería, en primer lugar, al consejero delegado (CEO), aunque el 24% menciona al Chief Information Officer (CIO) y el 15% al Chief Operating Officer (COO). No obstante, el papel del CIO lo mencionan como fundamental seis de cada diez encuestados, lo que evidencia que este perfil tendrá un papel preponderante en el desarrollo de esta tecnología y en la concienciación interna en las firmas. Lo que sí que parece claro es que el comité de dirección en su conjunto tendrá que estar encima de la implantación de esta tecnología, algo que no es conveniente que ocurra solo ante el aumento de ciberataques y de ciberriesgos, que crean más quebraderos de cabeza a las empresas de los que inicialmente pensamos.

Cuando las empresas comienzan a dar sus primeros pasos en la transformación digital, desarrollando arquitecturas en cloud con el objetivo de optimizar sus costes, es lógico que se encuentren con dificultades. Sin embargo, la apuesta de la nube no es una alternativa más. Entre los encuestados españoles, prácticamente la mitad (entorno al 50%) opina que les ayudará a incrementar la agilidad de la organización, que mejorará la experiencia del cliente o que ayudará a mejorar la resiliencia de su compañía y su productividad. No obstante, me surge la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que impide que el otro 50% también consiga ver las ventajas del cloud en su negocio?

Entre las dificultades que se destacan en la encuesta aparecen, por ejemplo, las dudas sobre cómo obtener un valor medible del impacto de la nube en el negocio, la escasez de talento interno para desarrollar esta tecnología, las dificultades presupuestarias o la falta de controles de privacidad. Ante las dudas lógicas, lo que podríamos explicar a los ejecutivos más reticentes es que la misma encuesta demuestra que invertir en la nube es rentable: el 37% de los encuestados en España y el 35% en el área EMEA certifican que la inversión en cloud les ha generado retorno económico, aunque la gran mayoría de los encuestados (concretamente el 49,8% en el área EMEA y el 37% en España) esperan ese retorno llegue en los próximos 12 meses, un plazo muy corto para obtener rédito a una inversión. Sin duda, creo que es prioritario hacer pedagogía entre los altos directivos para que se hagan conscientes de que invertir en la nube puede reportarles más beneficios, aumentar la productividad de sus empresas y, como tras su implantación tendrán los datos de la compañía disponibles desde cualquier lugar, ayudarles a tomar decisiones de forma más rápida y eficaz.