A mediados del siglo XX, el peso demográfico de Europa en el mundo era del 21,7% de los 2.536 millones de habitantes que poblaban el planeta. España tenía, entonces, 28 millones de habitantes y su población representaba el 5,1% de la europea. Hoy en día -con cifras de 2018-, estas cuentas son muy diferentes.
De los 7.632,8 millones de personas que hay en el mundo solo el 9,7% -742,6 millones-, son europeos y los 46,4 millones de españoles representan nada más que al 6,2% de los habitantes del continente. Una tendencia que, según las estimaciones de las Naciones Unidas, se irán acentuando en las próximas décadas.
La creciente escasez de población en España y en Europa contrasta, sin embargo, con la abundancia en otros continentes y plantea desafíos muy importantes, especialmente para nuestro país, en el ámbito económico y social. La última edición del Consenso Económico, que elaboramos trimestralmente en PwC, a partir de la opinión de un panel de cerca de 400 expertos, directivos y empresarios intenta arrojar luz sobre el reto demográfico al que se enfrenta España y las distintas alternativas para combatirlo.
La política para abordar el problema demográfico que cuenta con un mayor respaldo es la del fomento de la inmigración ordenada, que es defendida por un 61,7% de los encuestados
La primera conclusión de la encuesta es que en España no existe conciencia de la gravedad del desafío, como suele ocurrir cuando lo que se plantea es un problema a largo plazo. Una amplia mayoría de los expertos consultados (un 77,7%) cree que la sociedad civil -ciudadanos, empresas, fuerzas sociales y asociaciones- no ha entendido la seriedad del reto demográfico al que se enfrenta., Además, un 82% asegura que tampoco los representantes políticos actuales son los adecuados para abordarlo.
Esta ausencia de concienciación es tanto más preocupante cuanto un porcentaje significativo de los panelistas prevén graves problemas presupuestarios en el futuro. Según un 45,3% de los encuestados, la escasez de nacimientos y la consecuente caída de la población activa impedirá generar los ingresos suficientes para compensar los gastos de los trabajadores de mayor edad, especialmente cuando estos pasen a la situación de jubilación y empiecen a cobrar su pensión.
La gran receta, todas las recetas
Los expertos consideran que la complejidad del problema demográfico exige respuestas múltiples y simultáneas. Al plantearles las distintas políticas para abordar el desafío, un porcentaje muy significativo de ellos (un 70%) asegura estar totalmente de acuerdo con que la mejor opción es una mezcla de todas ellas.
Si examinamos una por una las opciones planteadas, la que tiene un mayor respaldo es la del fomento de la inmigración ordenada, que es defendida con fuerza por un 61,7% de los encuestados, mientras que solo un 5,8% la desaconseja. De hecho, el 44% cree que las migraciones deberían ser la vía de ajuste natural de los diferenciales demográficos en las diferentes regiones y países del mundo. Sin embargo, los panelistas coinciden en señalar que ni la sociedad española ni la europea están preparadas para que este tipo de mecanismos actúen sin trabas.
También cuenta con bastante apoyo el fomento de la natalidad, una medida que recomiendan el 54,2% de los participantes en la encuesta. La tercera opción propuesta, que consiste en fomentar la actividad laboral de los mayores suscita menos adhesiones, quizás porque se trata de una política dirigida más a subsanar el impacto económico de la caída en el número de habitantes que a resolver el problema demográfico.
Un aspecto complementario es el debate sobre la transformación digital y en qué medida la implantación de las nuevas tecnologías tiene consecuencias sobre las tendencias demográficas y el mercado de trabajo. Los panelistas entienden mayoritariamente que la merma de la población no solo supone falta de trabajadores, sino en especial de trabajadores cualificados, tanto los especializados en la digitalización como los convencionales. En cualquier caso, no son los robots los que van a resolver la futura carencia de mano de obra. Solo el 7,6% cree en esta posibilidad.
A favor de una jubilación flexible
El Consenso Económico analiza asimismo los retos que la demografía plantea desde el punto de vista del mantenimiento del sistema de pensiones. Los encuestados consideran que las dos razones más importantes de la no sostenibilidad del sistema español de pensiones son la disminución del número de trabajadores en proporción al de pensionistas y el aumento constante de la esperanza de vida.
Teniendo en cuenta estos dos factores, y otros que amenazan la supervivencia del modelo actual, ¿cómo se puede retrasar la edad de jubilación para reequilibrar el sistema? En sus respuestas, los expertos y directivos consultados abogan por un planteamiento flexible, de tal forma que el 52,5% de los expertos y directivos están totalmente de acuerdo con que cada cual pueda elegir la edad de jubilación, dentro de un rango amplio, sabiendo las consecuencias que dicha decisión tiene en términos de descuento o mejora de su pensión.
Otra mayoría amplia sostiene, además, que cualquiera que sea el criterio para elegir la edad de jubilación, se pueda compatibilizar de forma eficaz la pensión con la actividad laboral remunerada. Un porcentaje inferior pero significativo (un 44,9%) estima que habría que ajustar automáticamente la edad de jubilación en función del aumento de la esperanza de vida.
Finalmente, los encuestados son bastante escépticos sobre la voluntad de los políticos para encontrar soluciones adecuadas para la sostenibilidad del sistema de pensiones. La realidad parece darles la razón, tras el reciente fracaso de las negociaciones del Pacto de Toledo, en el que están implicadas las principales fuerzas parlamentarias. El acuerdo, que parecía posible tras muchos meses de debate, se frustró ante la convocatoria de elecciones generales anticipadas.