La crisis del COVID-19 ha saturado los sistemas sanitarios en el mundo. Los hospitales restringen la admisión de pacientes al alcanzar su límite de capacidad, las cirugías programadas y las consultas externas se han cancelado temporalmente y los equipos de protección individual escasean, lo que genera problemas de seguridad del personal sanitario y de los propios pacientes.
De manera análoga, los pacientes que requieren pruebas diagnósticas rutinarias no reciben la atención adecuada, debido a las limitaciones de capacidad en los centros asistenciales. Sin embargo, este tipo de situaciones podrían mitigarse, ya que determinadas pruebas diagnósticas pueden realizarse con dispositivos Point-of-Care-Testing(POCT), o en castellano, “Pruebas en el Punto de Atención”, que permiten realizarlas de forma ubicua en el domicilio del paciente, en farmacias, en centros ambulatorios o en camas de hospital. Así mismo, la asequibilidad de los dispositivos POCT constituye una oportunidad para mejorar la tecnología sanitaria en países en vías de desarrollo, democratizando el acceso a pruebas diagnósticas. El uso de los POCT conlleva ventajas, tanto para la situación actual como para la era post COVID-19.
Los sistemas sanitarios están experimentando una profunda transformación en el modelo asistencial, a medida que nuevas soluciones tecnológicas dan respuesta a nuevas necesidades. Los dispositivos POCT ejemplifican esta tendencia, empoderando a pacientes y profesionales sanitarios no hospitalarios, y des-hospitalizando la prestación de servicios sanitarios, permitiendo una monitorización continuada de las patologías.
Debido a la creciente prevalencia de las enfermedades crónicas que requieren de cuidados sanitarios en el día a día, los pacientes están ganando autonomía en el cuidado de su salud, lo cual está impulsando la medicina preventiva, la telemedicina, la asistencia domiciliaria y la medicina retail. Las unidades intermedias de atención médica, más accesibles para los pacientes que los hospitales, requieren de tecnologías que les permitan absorber parcialmente la carga asistencial hospitalaria.
A medida que aumenta la conciencia sobre la hipertensión y los dispositivos de medición de la presión sanguínea se abaratan, su penetración en los hogares aumenta. El autocontrol con dispositivos de medición de presión sanguínea se asocia con una disminución significativa de dicha presión y con una reducción del riesgo de accidente cerebrovascular del 20%, lo que evidencia que el autocontrol y la medición continua de una patología por el paciente puede mejorar los resultados en salud.
La penetración de dispositivos POCT de medición de glucosa también ha aumentado considerablemente y existe una variedad de estudios que demuestran que el uso de estos dispositivos para el control de la diabetes mejora los indicadores clínicos. El autocontrol también mejora la calidad de vida de los pacientes crónicos. Una encuesta realizada a 50 pacientes con enfermedad renal crónica mostró que el 70% preferiría realizarse la medición en su domicilio; otro estudio, realizado a 1.000 adultos de EE.UU. mostró que muchos pacientes elegirían realizarse el control de su enfermedad en casa si el coste fuera menor que el de las pruebas tradicionales en centros médicos.
Los POCT han surgido como una herramienta clave en la des-hospitalización de lo servicios sanitarios, al poder utilizarse en un amplio espectro de entornos. Los médicos de atención primaria los ven interesantes como apoyo para diagnosticar, tratar y monitorizar patologías crónicas y agudas. Las consultas presenciales seguirán siendo necesarias, pero la combinación de soluciones digitales con dispositivos POCT reduciría la frecuencia de visitas a centros sanitarios y la carga del sistema.
Los dispositivos POCT también pueden utilizarse en situaciones en las que no es aconsejable que un paciente visite un hospital, como es el caso del COVID-19, pero donde el test es importante, porque puede reducir el número de casos secundarios generados por cada enfermo, así como proporcionar datos valiosos para diseñar modelos de predicción que mejoren la toma de decisiones. La Food and Drug Administration (FDA) de EE.UU. ya ha aprobado la primera prueba de POCT para el coronavirus.
Si se monitorizan con más continuidad los indicadores de salud de los pacientes se pueden mejorar los resultados, retrasar tratamientos drásticos y reducir los costes asociados. En pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) se ha observado que la monitorización continua de la eGFR (Tasa de Filtrado Glomerular) tiene un impacto relevante en su prevención y detección temprana, así como en la ralentización de su progresión y complicaciones. Tradicionalmente, la progresión de la ERC -indicada por una disminución de la eGFR-, se consideraba lineal, pero estudios poblacionales han demostrado que la progresión es frecuentemente no-lineal. Identificar a pacientes de riesgo y asegurar una monitorización continua para detectar cambios rápidos en la eGFR, sienta las bases para una rápida intervención médica -por ejemplo, ajustar el tratamiento con fármacos antihipertensivos-, evitando casos de insuficiencia renal aguda. Al mitigar factores de riesgo, el ritmo de reducción de la eGFR se aminoraría, retrasándose el inicio del tratamiento con diálisis. Esto se traduciría en ahorros para los pagadores: el coste medio por paciente y año en la etapa de diálisis es cinco veces mayor que en la etapa previa a la diálisis. Concretamente, cada mes de retraso en la entrada al tratamiento de diálisis supondría para el pagador un ahorro de 3.000 dólares por paciente.
Se espera que el mercado global de POCT de atención domiciliaria crezca un 7,4% anual hasta 2026, frente al 6% del mercado general de POCT, gracias a la concienciación creciente de los pacientes y la des-hospitalización de la medicina. Este crecimiento será consistente en todas las aplicaciones clínicas.
Los dispositivos POCT son relevantes en el modelo sanitario actual. El reto para el potencial inversor consiste en encontrar empresas que hayan invertido en la prueba diagnóstica adecuada, desarrollando dispositivos basados en tecnologías complejas -por ejemplo, reacciones enzimáticas-, lo que puede implicar varios años de investigación. Muchas de estas ideas comienzan en los laboratorios de las universidades, lo que complica aún más su búsqueda. No obstante, aún hay patologías no cubiertas por dispositivos POCT, por lo que el próximo glucómetro -el POCT con más éxito hasta la fecha-, podría ser una realidad dentro de unos años. Para encontrar estas oportunidades ocultas se precisa de una rigurosa selección y un profundo conocimiento de las necesidades sanitarias de la población.
Artículo elaborado por Jacqueline Thompson, Julian Yanes y Casimir Berger, directora y asociados senior de Strategy&, la consultora de estrategia de PwC.