La sostenibilidad es uno de los grandes desafíos, si no el principal, del mundo de los negocios de hoy. La creciente importancia de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) obliga a las empresas a redefinir su forma de trabajar, con amplias repercusiones en aspectos como el modelo de negocio, la inversión, la gestión de los recursos, el reporting, la regulación y la supervisión. La tendencia no está exenta de polémica, como demuestra la controversia suscitada por las remuneraciones de los altos directivos vinculadas a objetivos sostenibles. Para detectar los movimientos que están configurando el nuevo mapa empresarial, publicamos El sismógrafo de la sostenibilidad, una serie quincenal en la que ofrecemos una compilación de informaciones y análisis relacionados con la sostenibilidad.

TENDENCIAS

El doble filo de la remuneración variable
La vinculación de la remuneración variable de los altos directivos al cumplimiento de criterios sostenibles es una tendencia al alza. La presión de las organizaciones de accionistas activistas para que los objetivos ESG sean tenidos en cuenta a la hora de retribuir a los ejecutivos está dando sus frutos. El último ejemplo es el del presidente de Starbucks, Kevin Johnson, que en su ejercicio de despedida (se va el 4 de abril) recibirá el 20% de su compensación variable en función del cumplimiento de criterios como la eliminación de las pajitas de plástico o la retención de trabajadores de grupos minoritarios.

Otras multinacionales de Estados Unidos, como Disney, Apple, McDonald’s o Alcoa, siguen el mismo camino. En Reino Unido,  un informe de PwC revela que el 58% de las compañías incluidas en el índice bursátil FTSE100 ya vinculan los criterios ESG con los paquetes de remuneración variable. Este tendencia corporativa tiene un doble filo y no está exenta de riesgos, como subraya otro informe de PwC.

El problema es que los objetivos de sostenibilidad suelen ser vagos y y pueden generar riesgos de greenwashing en la medición del desempeño, para lo que todavía no hay métricas maduras ni criterios homogéneos. Un reciente estudio de la Universidad de Harvard abunda en esta cuestión y llega a la conclusión de que el uso de métricas ESG en la retribución variable sirve más a los altos directivos que a los de los accionistas.

INVERSIÓN

Las ventajas de desmontar los criterios ESG
El Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas, en inglés), que está considerado el banco central de los bancos centrales, acaba de publicar un interesante estudio en el que propone desmontar o deconstruir los criterios de sostenibilidad para hacer la vida más fácil a los inversores. ¿Qué quiere decir desmontar? El BIS plantea la conveniencia de segregar las tres letras del acrónimo en inglés (ESG), de tal forma que los inversores puedan juzgar por separado si una empresa, o un determinado activo, se comporta bien en el plano medioambiental, social y de gobernanza, en lugar de tener que hacer una evaluación global de su compromiso con los principios sostenibles.

Lo que viene a decir la entidad es que la virtud perfecta no existe, y que es mejor por tanto fijarse en aspectos más granulares en las métricas para construir carteras de inversión. Un ejemplo sería Tesla, que como fabricante de coches eléctricos es considerada una compañía verde. Sin embargo, su sistema de gobernanza no es precisamente modélico y sus malas relaciones con los sindicatos también le penalizan en el plano social. Esa mezcla de sensibilidades dificulta la labor de los gestores de fondos, que tienen que guiarse por calificaciones globales de ESG.
‘Boom’ de fondos en Asia
El aumento del interés de los inversores europeos y estadounidenses por los fondos vinculados a los criterios sostenibles está bien documentado. Ahora también nos llegan datos de que el fenómeno se está reproduciendo en el mercado de Asia Pacífico, con Australia, China y Taiwán como principales focos de atracción. Los fondos cotizados ESG en el área superan ya los 2.000 millones de dólares y se han multiplicado por más de diez en los últimos cinco años. Un informe de la OCDE analiza esta tendencia y su repercusión en la inversión en infraestructuras.

EMPRESAS

Mucho camino todavía por recorrer
Pese a los avances en el compromiso corporativo con la sostenibilidad, la concienciación de las empresas con los criterios ESG tiene todavía mucho margen de mejora. Un estudio sobre empresas cotizadas en España, recientemente publicado, revela que el 60% de ellas no especifica sus objetivos medioambientales, y esa falta de concreción se eleva hasta el 87% en el caso de los objetivos sociales. Como era de esperar, esas lagunas son menos aparentes en el caso de las empresas del Ibex-35, en las que los porcentajes de ausencia de objetivos medibles bajan hasta el 40% y el 61%, respectivamente.

A nivel europeo también se observan deficiencias. Una encuesta de PwC sobre el Pacto Verde (Green Deal), que es el gran proyecto europeo para transformar la economía y colaborar en la transición hacia un sistema bajo en carbono, concluye que el 60% de las empresas no están familiarizadas con la iniciativa y que el 49% no están preparadas para afrontarla. En particular, la mayoría de los negocios europeos no cuentan con una estrategia integral para responder a las implicaciones (fiscales, financieras, de producción, de recursos humanos…) del Pacto Verde.

La adicción a la nicotina
Hay compañías que, por su propia naturaleza, tienen dificultades para compatibilizar su actividad principal con los criterios ESG. Es el caso de ITC, la empresa tabacalera más grande de la India. Su estrategia en los últimos años ha sido diversificar el negocio y apostar por el “capitalismo responsable”, es decir, por promover los estándares sostenibles. Sin embargo, en una reciente entrevista, el presidente de ITC admitió su intención de ampliar el negocio del tabaco, a pesar de las presiones de las organizaciones de salud pública. Lo curioso es que ITC tiene una calificación relativamente alta en los índices ESG, gracias en parte a su política de absorber más CO2 del que emite.

REGULACIÓN

El BCE lee la cartilla a los bancos
La banca está más adelantada que otros sectores en la toma de conciencia de la política medioambiental. Sin embargo, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que es el brazo supervisor del Banco Central Europeo (BCE), cree que el nivel de transparencia de las entidades financieras sigue siendo insuficiente. En una comunicación enviada a los bancos, asegura que alrededor del 75% de las instituciones de crédito no publican si sus riesgos climáticos tienen un impacto material en su perfil de riesgo. La difusión de indicadores básicos está también por debajo de las expectativas del supervisor. Al mismo tiempo, el MUS está desarrollando su primera prueba de resistencia sobre riesgos medioambientales.