La sostenibilidad es uno de los mayores desafíos del mundo de los negocios de hoy. La creciente importancia de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) obliga a las empresas a redefinir su forma de trabajar. Uno de los grandes objetivos es conseguir el llamado cero neto, es decir, la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero. En este aspecto, las empresas están progresando, pero se están quedando atrás respecto a otros agentes que intervienen en el cambio climático. Para detectar los movimientos y las preocupaciones que afectan a las empresas, publicamos El sismógrafo de la sostenibilidad, una serie quincenal en la que ofrecemos una compilación de informaciones y análisis relacionados con la sostenibilidad.
TENDENCIAS
Un compromiso climático insuficiente
El cero neto, definido como el estado de equilibrio entre la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se lanzan a la atmósfera y la cantidad que se extrae de ella, es uno de los grandes objetivos de la batalla contra el cambio climático. Muchas empresas se han comprometido ya a conseguirlo (normalmente, a fecha de 2050, aunque las hay más ambiciosas), pero los expertos consideran que el esfuerzo es insuficiente.
Así lo acredita el último informe de Net Zero Tracker, una iniciativa asociada a la Universidad de Oxford. Entre las 2.000 compañías cotizadas sometidas a análisis (las mayores del mundo por ingresos), el 35% de ellas se han fijado el objetivo de cero neto. El porcentaje es muy superior al de diciembre (cuando solo el 21% lo habían hecho), pero queda lejos del 83% de los países (representando el 91% del PIB y el 80% de la población mundial). Además, el informe señala que entre las empresas que sí se han comprometido al cero neto, una mayoría (el 65%) no cumple los criterios mínimos de información, lo cual hace albergar dudas sobre la credibilidad del objetivo. En la lista de compañías analizadas aparecen 25 españolas, de las cuales 9 tienen compromisos de cero neto.
Reemplazar el carbón tiene un premio de 75 billones
La crisis en el suministro de productos energéticos, intensificada por la guerra de Ucrania, ha hecho que muchas economías vuelvan los ojos hacia la producción de electricidad con carbón, pese a sus contraindicaciones para los objetivos climáticos.
En medio de este debate, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado un documento en el que se cuantifican los beneficios y los costes de sustituir el carbón por energías renovables. El saldo final arroja hasta finales de este siglo una ganancia de 77,89 billones de dólares (casi 75 billones de euros), derivada del hecho de que las energías renovables son más baratas de gestionar y además no generan costes asociados con la salud y con el medioambiente. Todo lo cual, dice el informe, debería ser un fuerte estímulo para impulsar las políticas de sustitución y acabar con la producción de carbón.
INVERSIÓN
Pese a todo, buena salud
A pesar de la guerra de Ucrania y de la tormenta en los mercados financieros, la inversión ESG goza de buena salud, según constata la 7ª Edición del Observatorio de la Inversión ESG, en la que ha colaborado PwC. La crisis del coronavirus y la creciente concienciación general sobre los riesgos del cambio climático, junto a la intensa actividad regulatoria, han supuesto un espaldarazo para la inversión en productos sostenibles.
El mercado de bonos corrobora esta conclusión. En los cuatro primeros meses del año, los fondos de renta fija vinculados a criterios ESG aumentaron en 7.400 millones de dólares. En contraposición, los fondos de bonos no ESG registraron salidas por valor de 168.000 millones de dólares, golpeados por el aumento de los precios energéticos, según un informe de Bank of America. El auge del sector se nota también en el ámbito de los recursos humanos. Las empresas estadounidenses están buscando activamente especialistas financieros en criterios ESG que les ayuden en el cumplimiento de los requisitos regulatorios, sobre todo, en los que afectan a emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y riesgos climáticos.
REGULACIÓN
Los 18 mandamientos de Basilea
El Comité de Basilea de Supervisión Bancaria, cuya actividad ha inspirado la regulación del sector en las últimas décadas, ha publicado esta semana un documento en el que fija sus recomendaciones para la gestión de los riesgos del cambio climático. Son 18 principios, a modo de guía para que las entidades financieras tenga claros los criterios sobre gobierno corporativo, control interno, capital y liquidez o seguimiento y transparencia, entre otros aspectos de la gestión de los impactos del clima.
El documento, en el que se han tenido en cuenta los resultados de una consulta realizada en noviembre de 2021, también pone deberes a los supervisores, que han de disponer de los recursos adecuados para analizar y vigilar la gestión de las entidades supervisadas. La guía no da una fecha para la asunción de estos principios, pero apunta la urgencia de su aplicación al señalar que espera que se implementen “lo antes posible”.
ESTILO DE VIDA
Las ciudades más sostenibles
En el prolífico mundo de los rankings de sostenibilidad, los que clasifican a las ciudades están en un momento dulce. Lo que hay detrás de esta tendencia a medir y comparar los rendimientos de las grandes urbes es el argumento de que sin el respaldo de las ciudades no es posible afrontar los retos de sostenibilidad ni tampoco cumplir los objetivos planteados a nivel nacional o internacional.
Esta semana se han publicado dos de estos rankings (el Índice Arcadis y el de la revista Corporate Knights), en los que se compilan numerosos indicadores y variables de sostenibilidad urbana, incluyendo factores medioambientales, sociales, de calidad de vida y de tejido económico. Los resultados son bastante parecidos, al menos en las primeras posiciones. Oslo y Estocolmo lideran ambas clasificaciones, y Copenhague, Tokio y Londres también ocupan puestos destacados.
En el ranking de Arcadis aparecen Madrid (en el escalón 29 de un total de 50, con una buena valoración en infraestructuras sociales) y Barcelona (en el puesto 49, destacando en los indicadores medioambientales). En la clasificación de Corporate Knights, Madrid es la 13ª y Barcelona no figura en la lista.
Casa pasiva, ahorro activo
Se les llama casas pasivas (el nombre no es lo mejor), vienen de Alemania y están cada vez más de moda. Se trata de viviendas sostenibles que se caracterizan por la búsqueda de la eficiencia energética, la minimización del consumo y el uso de materiales naturales y reciclables, especialmente la madera. El aislamiento térmico, la renovación del aire y el aprovechamiento de la energía solar son algunos de sus rasgos definitorios. Y sus defensores sostienen que las casas pasivas reducen la factura de la luz entre un 80% y un 90%. En Barcelona se acaba de estrenar la primera.
Otro de los proyectos innovadores que afecta al día a día de los ciudadanos es la sustitución de los envases de plástico por los de cartón. Hay iniciativas muy ambiciosas que pueden llegar a cambiar el aspecto exterior (y la huella de carbono) de los productos que se muestran en las estanterías de los supermercados, como cuenta The Wall Street Journal.