La dirección de tu compañía, probablemente, ya esté trabajando en anticipar el impacto de la disrupción tecnológica, el cambio climático y otras megatendencias en sus negocios. Si están en ello, es probable que la eficiencia fiscal no esté entre su lista de prioridades. Después de todo, están definiendo aspectos estratégicos para el futuro de su compañía, como la creación, la entrega y la captura de valor. ¿Por qué entonces complicar la transformación del modelo de negocio con algo tan aparentemente táctico como la fiscalidad?
La razón es simple: tener en cuenta las implicaciones fiscales puede mitigar riesgos en un negocio en desarrollo, simplificar el modelo operativo, anticipar el impacto de la regulación y de los acuerdos comerciales, e incluso puede llegar a aumentar los beneficios esperados entre un dos y un diez por ciento.
En este artículo, analizaremos ejemplos de compañías que han sabido aprovechar lo que algunos considerarían detalles menores, con un asesoramiento fiscal oportuno para mejorar sus esfuerzos a la hora de reinventar sus modelos de negocio. Además, destacaremos algunas consideraciones que podrían beneficiar a otras empresas en situaciones similares. El objetivo es el de inspirar a los directores financieros y a sus equipos a tener en cuenta las cuestiones fiscales en sus estrategias de transformación. Si lo hacen, no sólo generarán mayor valor, sino que también reducirán costes y riesgos, lo que potenciará los esfuerzos de la transformación y elevará el valor para los accionistas.
Somos una empresa tecnológica
Empezaremos con el caso de una compañía real, perteneciente a la industria de automoción. Al igual que sus competidores, la empresa está explorando un nuevo modelo de negocio para monetizar los datos de sus clientes, en una apuesta que podría transformar su futuro.
A diferencia de algunos de sus rivales, los directivos de esta compañía pensaron, desde un primer momento, en la necesidad de simplificar la gestión de este nuevo negocio. Se plantearon: ¿por qué seguir con el modelo antiguo cuando el nuevo se asemeja más al de una empresa tecnológica que a una industrial?
En consecuencia, pidieron a su equipo fiscal que evaluara las implicaciones de las distintas alternativas estratégicas que manejaban. El equipo experto en fiscalidad se centró rápidamente en definir cómo y dónde deberían tener la propiedad de los datos de los clientes. En un inicio, estos datos estaban dispersos en distintas unidades de negocio de la compañía, y lo sencillo hubiera sido dejarlos así.
Sin embargo, el equipo vio riesgos en esta estrategia, incluyendo riesgos reputacionales en el caso de que algunos de los países donde se encontraban sus unidades de negocio cambiarán repentinamente su regulación sobre la gestión de los datos. Ante esto, los fiscalistas recomendaron a la compañía comprar los datos a las unidades de negocio y centralizar su propiedad para mitigar esos riesgos.
Luego, el equipo fiscal analizó si existían algunos incentivos económicos asociados a la ubicación de la propiedad de los datos. Dado que el negocio era nuevo, aprovecharon la oportunidad para abordar las decisiones operativas desde cero. Esta perspectiva resultó ser acertada: la compañía descubrió que por cada dólar invertido en la adquisición de datos, podía ahorrar aproximadamente veinticinco centavos en impuestos, al compensar las pérdidas en algunas unidades de negocio con los beneficios de otras. Más allá de gestionar el riesgo y los beneficios fiscales, el pensamiento estratégico del equipo de impuestos ayudó a simplificar el nuevo modelo operativo desde el inicio, lo que mantuvo el esfuerzo de transformación vivo, redujo los costes de su puesta en marcha y mejoró las proyecciones económicas.
No podemos frenarnos
Combinar velocidad y simplicidad es fundamental. La mejor estrategia para reinventarse es hacerlo a partir de un “producto mínimo viable”, que permite a la empresa aprender, adaptarse y obtener ingresos rápidamente. Esto genera entusiasmo y ayuda a financiar el esfuerzo general.
Aquí la fiscalidad también juega un papel fundamental, aunque muchos directivos la perciban como una distracción. Este fue el caso de otra compañía de automoción (de una parte, de la cadena de valor distinta del ejemplo anterior), que también tenía planes para optimizar la gestión de los datos y, en un principio, consideraba que los aspectos fiscales podrían posponerse para más adelante.
Finalmente, no tuvieron que retrasar el proyecto, gracias a que su equipo fiscal analizó rápidamente el impacto de las distintas opciones que tenían sobre la mesa y llegó a la conclusión de que avanzar con el plan inicial implicaría perder hasta veinte centavos por dólar de beneficios en algunas jurisdicciones como consecuencia de la doble imposición.
Con esta nueva información, la compañía se planteó nuevas preguntas como: ¿Quién debería ser propietario de la nueva plataforma tecnológica? ¿Dónde deberían atribuirse los ingresos? ¿Quién debería financiar el capítulo de I+D? Al abordar estos temas desde el inicio, la empresa pudo evitar costes fiscales innecesarios, mitigar riesgos y empezar a recibir antes los beneficios esperados.
Cuestionar el status quo
La inercia propia de las organizaciones puede impedir que las empresas vean oportunidades de transformación. El status quo puede influir negativamente en las decisiones operativas, incluso cuando la necesidad de reinvención es evidente.
Si estás lanzando un nuevo negocio la lógica te dice que utilices las capacidades con las que ya cuenta tu compañía, por ejemplo, en I+D o en materia de fabricación -o, al menos, que localices a los nuevos equipos en los mismos países para hacer las cosas más sencillas. Seguir haciendo las cosas como siempre es tentador, porque parece más simple y más sencillo, y puede que sea la decisión correcta… salvo cuando no lo es.
Este fue el caso de una gran empresa de bienes de consumo, que se enfrentaba a la difícil decisión de lanzar un nuevo producto sin envase de plástico, lo cual implicaba canibalizar una de sus líneas más rentables. El lanzamiento tenía sentido desde el punto de vista medioambiental y de cliente, ya que la compañía había detectado un segmento de consumidores que demandaban productos más verdes (tal y como dice el informe Voice of Consumer 2024, elaborado por PwC, los consumidores están dispuestos a pagar un 10% más, de media, por productos fabricados con materiales respetuosos con el medioambiente).
El lanzamiento de este nuevo producto no iba a ser una tarea sencilla. La empresa necesitaba desarrollar nuevas capacidades de I+D, nuevas políticas comerciales, nuevas líneas de fabricación y tecnologías, además de requerimientos adicionales para su cadena de suministro relacionados con el almacenamiento y la logística. Llegados a este punto, la compañía podría haber optado por lo seguro: ampliar sus plantas existentes y aprovechar sus ya considerables activos operativos. Pero, en lugar de conformarse con mantener el status quo, los directivos decidieron cuestionarlo y apostaron por una mentalidad abierta.
Empezaron por examinar toda la cadena de valor, preguntándose dónde debían ubicarse las capacidades y las operaciones en un primer momento y dónde podrían llevarse con el tiempo. A día de hoy, el incipiente modelo operativo de la empresa, que sigue en plena evolución, es tan eficiente como fiscalmente optimizado. Por cada dólar de beneficio que genera la nueva línea de productos, la empresa se ahorra entre un 2% y un 3% en impuestos, una cifra que no hará sino aumentar a medida que las nuevas operaciones entren en funcionamiento y se vayan ampliando.
Encontrar el valor
Cuando el equipo fiscal se involucra estratégicamente en la transformación de un modelo de negocio desde el principio, puede añadir valor y reducir costes. Al integrar a los fiscalistas desde el inicio, no solo se incrementa la probabilidad de gestionar adecuadamente el perfil de riesgo de la empresa, sino que también se garantiza que la estrategia está alineada y respeta escrupulosamente la normativa fiscal y que el retorno de la inversión cumpla con los objetivos de la compañía.
Encontrar el valor comienza sabiendo dónde buscar, para lo que sugerimos algunas áreas que explicamos a continuación.
- Planificación del modelo operativo. Planificar el lugar donde tendrán lugar las operaciones, los acuerdos de precios de transferencia, la estructura de capital y la cadena de suministro tiene implicaciones fiscales que pueden afectar directamente al éxito del proyecto. Tener en cuenta estos aspectos a medida que avanza tu proyecto de transformación puede maximizar su valor.
- Planificación de los activos fiscales. Alrededor de muchas de las decisiones operativas tiene lugar multitud de transacciones que también tienen sus implicaciones fiscales. Por ejemplo, cómo estructurar las transacciones de manera óptima y asegurar que las nuevas entidades legales cumplan con las legislación pueden ser cuestiones clave para mitigar riesgos y aprovechar oportunidades.
- Créditos e incentivos. También es importante considerar los incentivos fiscales que muchos gobiernos ofrecen, como créditos para la I+D, incentivos para la creación de empleo y para iniciativas ecológicas, entre otros. Estas oportunidades pueden reducir de manera significativa los costes operativos y la carga fiscal. Un buen ejemplo es el de una empresa cementera que, al analizar opciones para descarbonizar sus plantas de producción, descubrió que los incentivos gubernamentales podían cubrir hasta en un 50% los costes de modernización previstos y que ascendían a 1.500 millones de dólares.
- Impuestos indirectos. Aspectos como el IVA, los aranceles a las importaciones, los acuerdos de libre comercio, las zonas económicas especiales y otras formas de imposición indirecta pueden ofrecer también numerosas oportunidades.
- Nueva regulación. En un mundo en constante cambio, donde factores como la disrupción tecnológica, el cambio climático y la inestabilidad social están redefiniendo las reglas, las empresas deben estar preparadas para anticipar la llegada de la nueva regulación. Estas pueden incluir cuestiones tan distintas como la ética en los negocios, la IA responsable, la privacidad de datos y las restricciones comerciales, y los embargos comerciales repentinos. Tener una estrategia fiscal proactiva no solo ayuda a gestionar estos riesgos, sino que también puede descubrir nuevas oportunidades de ingresos.
En definitiva, transformar un modelo de negocio es un proceso tremendamente desafiante en sí mismo. No se debe complicar más ignorando las consideraciones fiscales y legales esenciales a la hora de aprovechar oportunidades estratégicas. Incluir el conocimiento fiscal en tu caja de herramientas de la transformación puede crear valor incremental, reducir costes y riesgos, aumentar el valor para los accionistas y aportar transparencia y rigor en el cumplimiento de las obligaciones fiscales del nuevo modelo.