La banca mayorista acaba de salir de un periodo complicado. Centrada en los desafíos del corto plazo, como la crisis sanitaria derivada de la COVID-19, que puso a prueba a los mercados financieros, a las empresas y a las personas, ha retrasado la transformación pendiente. Pero además de ayudar a los clientes a atravesar por una recesión global y probar su capacidad de resiliencia, el sector ha superado con éxito los test de estrés más exigentes desde la pasada crisis financiera.

Si miramos al futuro, vemos que el mundo de las finanzas está, de nuevo, inmerso en una fase de volatilidad, como consecuencia de las subidas de tipos de interés, la preocupación por la inflación y la inestabilidad política. Para capear este temporal, la banca mayorista tradicional deberá de acelerar tanto el ritmo como la escala de su transformación para poder solventar los nuevos y los viejos desafíos simultáneamente. Las estructuras del mercado están cambiando. La exposición al riesgo es cada vez más compleja e interconectada. Los nuevos tipos de activos han ganado relevancia y ya no se pueden ignorar, y factores no financieros, como las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno (ESG, por sus siglas en inglés) se han convertido en críticas para el negocio.

Para arrojar luz sobre el futuro de la banca mayorista, en PwC hemos elaborado el informe Wholesale Banking 2025 and Beyond, donde analizamos la situación de la industria y desgranamos algunas apuestas que deberán hacer las entidades financieras.

¿Dónde estamos?

Cambios geopolíticos de calado, presión sobre las cadenas de suministro, un repunte de la inflación no visto desde hace décadas, inseguridad energética y de materias primas, disrupción tecnológica y mayor competencia… La banca mayorista global está sometida a riesgos como nunca antes, a medida que el papel tradicional de estas entidades como proveedoras únicas de crédito se va erosionando por la llegada de nuevos jugadores y por los nuevos desarrollos tecnológicos. En pocos años, el mercado ha pasado de estar dominado por un mismo modelo de negocio a una situación nueva en la que conviven aproximaciones y visiones de negocios muy distintas. La capacidad para acceder a financiación es, ahora, más democrática y más instantánea que nunca.

En este contexto, el objetivo de la banca tradicional debe ser el de evitar la desintermediación, mientras la incertidumbre económica sigue siendo la principal preocupación de las empresas y de los particulares. Para hacerlo, los bancos deben encontrar su camino. Las iniciativas de transformación a pequeña escala y en gran medida reactivas que han sido habituales en el sector ya no son suficientes. Los bancos tradicionales que no tengan una estrategia de transformación proactiva y global corren el riesgo de ver presionados sus márgenes, perder oportunidades de crecimiento, y quedarse muy por detrás de sus competidores a la hora de asociarse con otros players. Esto puede pasar especialmente en ámbitos como los medios de pago y la evolución a modelos operativos de banca digital.

Las cuatro apuestas para el futuro

La transformación de la banca mayorista se está viendo impulsada por cuatro grandes factores: el cambio en las estructuras de los mercados, el incremento de los mandatos relacionados con la ESG, y el crecimiento de las finanzas descentralizadas y de los activos digitales. Cada uno presenta sus propios desafíos y oportunidades para el sector. A continuación, las repasamos:

1. Súbete al cambio estructural de los mercados
‘Gestiona el banco. Transforma el banco.’ A nadie sorprende que estas sean las dos principales prioridades para las entidades a medida que los cambios en la estructura de los mercados financieros transforman los modelos de negocio tradicionales en todas las áreas de la banca mayorista -banca privada, financiación, transacciones y gestión de patrimonios-. ¿Qué hay de nuevo? La tensión entre gestionar la entidad y transformarla nunca ha sido tan alta. En una industria habituada a transformarse como consecuencia de las exigencias regulatorias construir la banca del futuro requiere de un liderazgo ágil para marcar el rumbo correcto de la transformación, de la disrupción digital y de la transición ecológica. Al mismo tiempo, la volatilidad geopolítica y el primer contexto inflacionista en décadas añade todavía más presión a los equipos de gestión.

Sin embargo, en los próximos años, las entidades que actúen con valentía tendrán grandes oportunidades. Los bancos tienen la capacidad de diferenciarse de sus competidores y de cumplir con las demandas de un mercado en pleno cambio estructural. Los ganadores serán aquellas entidades tradicionales que sean capaces de adoptar las nuevas tecnologías, asociarse con los nuevos actores del sector, crear nuevas unidades de negocio digital y diseñar una agenda de transformación proactiva.

La aceleración del ritmo de transformación también se evidencia a medida que los reguladores en todo el mundo centran la atención en nuevas áreas del mercado como los activos digitales y la ESG. Esperamos la llegada de una nueva regulación en el ámbito de las criptomonedas y las monedas estables, así como en el entorno de los medios de pago, el reporting y la supervisión del mercado de bonos.

Además, el incremento de los costes de cumplimiento llega en un momento en el que las entidades están buscando oportunidades para reducir gastos. La digitalización y automatización de las tareas de cumplimiento van a reducir los costes e introducir nuevas eficiencias.

2. Apuesta decididamente por la banca ESG
En los nueve primeros meses de 2022, los bonos sostenibles movieron 586.000 millones de dólares, lo que representa una vuelta a los niveles previos a la pandemia, y una caída del 26% respecto al mismo periodo de 2021, como consecuencia del impacto en los mercados de la volatilidad macroeconómica. A pesar de todo, la inversión sostenible sigue teniendo una importancia cada vez más creciente para los inversores. Una encuesta realizada por PwC revela que ocho de cada diez inversores tiene previsto aumentar sus inversiones en ESG en los próximos dos años.

Aunque la oportunidad de mercado parece evidente, las entidades financieras deben estar atentas. La transparencia y unas fuertes capacidades en la gestión de riesgos pueden suponer importantes ventajas competitivas. Esperamos que los bancos cumplan una función importante a la hora de que las empresas cumplan con sus objetivos en la lucha contra el cambio climático siguiendo iniciativas como, por ejemplo, la del Glasgow Financial Alliance for Net Zero, una coalición de bancos, gestoras de activos y aseguradores con el objetivo de movilizar 130 billones de dólares para alcanzar las cero emisiones netas en 2050.

Sin embargo, si las entidades financieras quieren capitalizar realmente las oportunidades que ofrece la ESG, necesitan hacer algo más que financiar la transición verde y contarlo. Deben de analizar, por ejemplo, qué oportunidades de ingresos se pueden derivar de la sostenibilidad, qué nuevos sectores pueden resultar atractivos, como deben incorporar el cambio climático a sus capacidades de gestión de riesgos o a sus prácticas de reporting, por citar solo algunos aspectos.

3. Dale la vuelta al tablero de juego de las finanzas descentralizadas
Se decía que las finanzas descentralizadas iban a acabar con el papel tradicional de intermediación de la banca e iban a transformar todo el sector financiero con las llamadas transacciones P2P y la tecnología Blockchain. Sin embargo, el valor total de este tipo de activos está lejos de los 257.000 millones de dólares registrados en 2021 y, en la actualidad, se sitúa en torno a los 58.000 millones de dólares. Además, en ocasiones estos activos se han asociado, con el blanqueo de capitales, la ciberdelincuencia y la falta de privacidad de los datos. En este sentido, las finanzas descentralizadas todavía tienen un camino por recorrer para sustituir a las entidades tradicionales.

El desafío para los bancos es claro: la industria tradicional debe transformar sus aparentes debilidades en fortalezas, en parte, haciendo valer su estatus de sector regulado para impulsar la confianza y la gestión de riesgos. Y debe hacerlo mientras se prepara para una guerra sin cuartel: las fintechsy los nuevos players en el mundo de los activos digitales son capaces de innovar a una velocidad a la que la banca tradicional simplemente no puede llegar. Los bancos mayoristas tendrán que forjar alianzas innovadoras y jugar un papel relevante en los nuevos ecosistemas financieros. Así seguirán captando depósitos y gestionando los riesgos pero de formas nuevas y tecnológicamente avanzadas.

La gestión del riesgo, por ejemplo, estará muy automatizada e incluirá riesgos de segundo y tercer orden vinculados a preocupaciones sociales y reputacionales. Con este enfoque, toda la innovación de productos, las experiencias de los usuarios y la distribución correrán a cargo de un ecosistema -en gran medida bancos en la sombra y empresas tecnológicas-, que, a su vez, venderán a través de los bancos.

4. Prepara el negocio para el futuro de los activos digitales
Como han demostrado los últimos acontecimientos, la elevada volatilidad y la falta de regulación han cerrado el acceso al mercado de los activos digitales a las entidades con una menor tolerancia al riesgo. Mantenerse al margen ha sido una opción prudente para muchos hasta la fecha, pero cada vez será más difícil.

Muchos participantes en el mercado creen que los recientes acontecimientos servirán para limpiar el sector de empresas con modelos de negocio cuestionables, mientras que las compañías con las mejores prácticas sobrevivirán y se centrarán en el desarrollar sus productos y reforzar su gestión de los riesgos. Una opinión que compartimos. Las empresas que mejoren sus capacidades en los ámbitos de la protección del inversor, la divulgación de información y la gestión de la liquidez estarán bien preparadas para satisfacer las crecientes expectativas de los reguladores, responsables políticos y clientes.

Por otro lado, es probable que en el futuro, los organismos reguladores internacionales pongan en marcha iniciativas para empujar a las entidades financieras tradicionales a tener un papel más activo en relación a los activos digitales. Aprovechando su experiencia en la gestión de riesgos y regulación, estos participantes podrán ofrecer una gama cada vez mayor de productos y servicios. Entre ellos figuran la custodia segura; los fondos cotizados con criptomonedas, un sólido mercado de derivados que permita una mejor liquidez y una menor volatilidad; y pools de liquidez descentralizados, pero conectados, que permitan una mejor formación de los precios, tokenización y titulización de activos del mundo real (por ejemplo, bienes inmuebles y fondos).

A medida que crecen las presiones inflacionistas -y el coste del capital sigue disparándose-, las entidades deberían desarrollar planes y estrategias de negocio claros que lleven los servicios bancarios tradicionales a las empresas cripto nativas y lancen productos y servicios ampliados para los activos digitales nativos y que preparen sus negocios para el futuro.